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Armitage en su laberinto

Yo que llevo 50 años de ejercicio político siempre al servicio del...

3 de marzo de 2016 Por: Jorge Restrepo Potes

Yo que llevo 50 años de ejercicio político siempre al servicio del Partido Liberal, nunca vi a Maurice Armitage participando en cualquier actividad propia de ese ajetreo. Jamás le vi en una lista electoral, ni siquiera en la cívica de Pardo Llada, ni en comité banderizo, ni de activista de un candidato. Soy su amigo hace tiempo y en este momento ignoro si es liberal, conservador, socialista o mamerto. Lo único que sé es que proviene de una mezcla de inglés con colombiana por lo que tiene algo de ambas sangres, que se exterioriza en su proceder desabrochado y sin cartas en la manga. Estimo que es excelente persona y trabajador tenaz, que a punta de esfuerzo logró amasar un capital que le permite vivir sin sobresaltos.De lo que sí estoy convencido es que Maurice Armitage, precisamente por desconocer los enredos de la política criolla, preñada de zancadillas, amores a medias y generadora de odios, ese desconocimiento, digo, fue el que llevó a este empresario a presentarse como candidato independiente a la alcaldía de Cali, cuya gente, a pesar de la buena gestión de Rodrigo Guerrero, creyó que el anglocolombiano era el hombre para lanzar a Cali hacia el desarrollo que exige la comunidad.Imagino que después del holgado triunfo con esa cantidad enorme de votos, Armitage llegó al CAM el 1 de enero y allí empezó a observar el lío en que se había metido pues alcanzó a divisar que al frente de su despacho estaban reunidos, en sesión inaugural, 21 concejales, de los cuales ninguno es suyo, así varios lo hubieran apoyado en la campaña, pues como el nuevo alcalde es un ‘sin partido’, en el Concejo hay 21 pequeños partiditos que pertenecen a igual número de ediles, así se llamen liberales, conservadores, verdes, centrodemocráticos, cambioradicales, o cualquiera otra denominación. Allí hasta las bancadas son de rueda suelta y combaten entre ellas, en una lucha frontal de todos contra todos.En el mismo bloque de la oficina de Armitage está Emcali, que fue intervenida durante 13 años por el Gobierno Nacional y la recuperó el anterior alcalde en condiciones lamentables, casi quebrada con una deuda impagable cuya condonación pretende el nuevo burgomaestre.Pero lo peor fue cuando se enteró de que la administración central del Municipio tenía un personal de planta de 1.861 y 4.661 contratistas, y que con esas mismas características, las empresas públicas y otros entes tenían 2.480 y 784, lo que arroja un total de 9.786, que descompuesto son 4.341 en personal de plata y 5.445 contratistas. ¿Qué traduce esto? Que la administración es inmanejable pues con ese crecido número de contratistas desaparece la cadena de mando y nadie responde por nadie. El caos.Ante este panorama, el alcalde ha solicitado al Concejo que le otorgue por seis meses facultades para la ‘Modernización de la Administración Municipal’, y para ello envió a la corporación un proyecto de acuerdo en el que esboza lo que se propone hacer con esas facultades ‘pro tempore’ en cuyo desarrollo intervendrá una comisión de ediles designada por la mesa directiva.Cali necesita esa reforma y el Concejo debe obrar en consecuencia. Si niega las facultades, el alcalde tiene suficiente respaldo popular para continuar su mandato, que será exitoso pues no es hombre que se arredre ante las dificultades, y encontrará salidas del laberinto en el que se metió por su propia voluntad y la de 264.118 electores.

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