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2020

Ahora debo declarar que desde la colina de mi experiencia siento una inmensa preocupación porque veo a mi país marchar -este es el término preciso- al garete y sin timonel.

1 de enero de 2020 Por: Jorge Restrepo Potes

Suelo en estos primeros días del año escribir sobre mis impresiones de lo que observo en la realidad colombiana para los próximos doce meses. Por lo general, he sido optimista, no desbordado, pero sí atendiendo la vieja sentencia de que un optimista es un pesimista bien informado.

No tengo más información que la que me da una larga vida contemplando el acontecer nacional, especialmente el político, que es el escenario en donde me he movido desde mis años mozos. Ahora debo declarar que desde la colina de mi experiencia siento una inmensa preocupación porque veo a mi país marchar -este es el término preciso- al garete y sin timonel.

Es cierto que los analistas económicos estiman un crecimiento del PIB para 2020 en 3,2%, y argumentan que esa tasa está por encima del promedio regional. Eso no sirve pues para mantener el empleo en porcentaje menor al que hoy existe, se requiere crecer por lo menos al 4%, lo cual no se logrará este año.

El gobierno del presidente Duque va muy mal, y la gente lo califica con un 24% de aceptación, uno de los más bajos que presidente alguno haya marcado. Reconozco que Iván Duque es un buen ciudadano del cual creíamos que iba a imponer un estilo de manejo del Estado lejos de las consignas de extrema derecha de sus consuetas, empezando por el expresidente Uribe.

No fue capaz de dar el grito de independencia y los que votaron por él estiman que le falta compromiso con la derecha hirsuta del Centro Democrático. Entonces, con temor, viró hacia ese lado y hoy aparece como un presidente de corte falangista.

Y Duque no va a cambiar en el tiempo que le queda -muy largo- porque el amo y sus conmilitones no lo dejan, pero tampoco lo acompañan, y algunos llegan al extremo de pedirle que se haga a un lado para que al solio llegue Marta Lucía Ramírez, ella sí auténtica exegeta de las doctrinas totalitarias.

Pero como no todo ha de ser rigor para Duque, ahí está Germán Vargas Lleras, que se entregó por vaya usted a saber la dimensión del plato de lentejas.

Está por verse si los votos de Cambio Radical en Cámara y Senado le sirvan al Presidente para contar con mayoría en ambas cámaras. Ya sabremos cuál fue el mendrugo que se le lanzó al exvicepresidente para que diera su brazo a torcer, empezando por apoyar la criticada reforma tributaria, o ley de crecimiento económico, como la vende el Gobierno a una opinión cada vez más escéptica.

Le faltan dos y años y medio a este Gobierno. Muy largo ese lapso. No sé si Duque tenga los machos bien amarrados para soportar la tenaz oposición que se le ha montado en las calles, y, principalmente, en los medios: radio, prensa y televisión. Ojalá aguante pues solo nos falta caer en crisis institucional como la que hoy vive Chile.

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