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10 de mayo

Son tan históricos ese día y ese mes que creo innecesario poner 1957, que fue el año en el que ocurrió un hecho trascendental en la vida colombiana.

9 de mayo de 2018 Por: Jorge Restrepo Potes

Son tan históricos ese día y ese mes que creo innecesario poner 1957, que fue el año en el que ocurrió un hecho trascendental en la vida colombiana. Para los lectores que desconocen lo que sucedió en esa fecha, es necesario volver unos años atrás.

El Partido Conservador se dio cuenta de que la violencia promovida desde el Gobierno, primero con Mariano Ospina y luego con Laureano Gómez, había sumido el país en una guerra civil no declarada porque los liberales resolvieron enfrentar las armas oficiales creando las guerrillas del Llano, comandadas por Eduardo Franco y Guadalupe Salcedo, que hicieron ver al régimen que la cosa iba en serio y que a esos alzados no podía dominarlos con la fuerza pública.

El asunto se puso tan grave que con la disculpa de que se había torturado en una guarnición militar a un empresario antioqueño, Laureano, que se había retirado por enfermedad, resolvió reasumir el mando porque el designado Roberto Urdaneta se negó a destituir al comandante de las Fuerzas Armadas, el general Gustavo Rojas Pinilla.

Al tomar de nuevo el mando el supremo jefe godo, que ya le había retirado los afectos a Ospina por haber este llamado a los liberales al Gobierno en medio de la tragedia del 9 de abril de 1948, el expresidente convenció a Rojas que ante la inminencia de su destitución, diera golpe de cuartel para sacar a Laureano de la presidencia y por eso el 13 de junio de 1953, el alto militar se convirtió en jefe de Estado.

Los liberales creímos que había llegado un nuevo libertador que nos devolvería la posibilidad de vivir, y que los ‘pájaros’ serían puestos a buen recaudo. No caímos en la cuenta de que Rojas no era más que otro conservador boyacense, y que a poco vio que el poder era para enriquecerse. No había pasado un año cuando la persecución a los liberales retornó y nosotros recordamos que Rojas fue el autor de la masacre de la Casa Liberal de Cali cuando era comandante de la III Brigada, amigo íntimo de León María Lozano, el célebre ‘cóndor’ tulueño.

La situación se puso tan grave que Alberto Lleras logró convencer a Laureano, exiliado en España, que para rescatar la paz había que formalizar un tratado entre los partidos Liberal y Conservador, consistente en que el poder público se repartiera milimétricamente entre ambos por 16 años, alternándose cada 4 en la Presidencia. Ese acuerdo fue sometido a plebiscito y rigió por el tiempo previsto.

Colombia se cansó de las tropelías de Rojas al punto de que Alberto Lleras se puso a la cabeza de un movimiento para sacarlo del Palacio. Esa es la vez que yo he visto más unidos a los colombianos, salvo cuando juega la Selección Nacional de fútbol. Rojas designó una junta militar y los cinco generales que la integraron cumplieron al permitir el plebiscito y la composición del Frente Nacional.

El 10 de mayo de 1957 todo el pueblo de Colombia se volcó jubiloso a las calles, por la iniciación de un periodo con defectos antidemocráticos pero que puso fin a una era atroz de violencia. Rojas salió del país, fue juzgado por el Congreso que lo declaró indigno pero luego ese fallo fue revocado por la Corte Suprema de Justicia.

Rojas fue candidato presidencial en 1970, compitiendo con Belisario y Misael Pastrana. No sé si hubo fraude pero algo me indica que quien ganó fue el exmilitar. Ese ‘chocorazo’ hizo que el país volviera a la violencia, pues aparecieron el M-19 y otros movimientos insurgentes. Y ahí seguimos.


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