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Hijo de migrante

Es difícil encontrar en Estados Unidos a un político más antimigrante que Donald Trump. Quiere cortar la migración legal a la mitad, ha llamado violadores y criminales a los inmigrantes de México, desea prohibir la entrada a personas de seis países mayoritariamente musulmanes, en la campaña dijo que podría deportar a 11 millones en dos años si se manejaba correctamente y sus órdenes de arrestos a cualquiera que haya entrado ilegalmente están generando terror en la comunidad latina.

20 de agosto de 2017 Por: Jorge Ramos


Es difícil encontrar en Estados Unidos a un político más antimigrante que Donald Trump. Quiere cortar la migración legal a la mitad, ha llamado violadores y criminales a los inmigrantes de México, desea prohibir la entrada a personas de seis países mayoritariamente musulmanes, en la campaña dijo que podría deportar a 11 millones en dos años si se manejaba correctamente y sus órdenes de arrestos a cualquiera que haya entrado ilegalmente están generando terror en la comunidad latina.

¿De dónde viene ese rechazo hacia los extranjeros?
Ciertamente no de su familia. Los Trump son una familia de inmigrantes e hijos de inmigrantes. El abuelo del actual Presidente, Friedrich Trump, fue un inmigrante alemán, su madre, Mary Anne, vino de Escocia y su esposa Melania es de Eslovenia. Además, cuatro de los cinco hijos de Trump tienen una madre inmigrante. A mí me parece una traición cuando un inmigrante o un hijo de inmigrantes trata de cerrarle la puerta a los que vienen detrás, pero este es precisamente el momento que estamos viviendo en Estados Unidos.

¿Hay un plan para cambiar demográficamente la Nación? ¿Le inquieta a este Gobierno que Estados Unidos esté en camino de convertirse en una Nación compuesta solamente por minorías?

Esto explicaría el nuevo plan migratorio, conocido como el Raise Act y apoyado por Trump, que daría prioridad a los inmigrantes que hablan inglés y que tienen títulos universitarios. El plan no es abiertamente racista: no dice que se prefieran a los inmigrantes de Gran Bretaña, Australia, Irlanda y Canadá sobre los de América Latina, África y Asia. Sin embargo, el resultado final podría ser ese. (Hoy el grupo más grande de inmigrantes en el país es de México; muchos de ellos vinieron para reunirse con sus familiares).

Antes de 1965, cuando cambiaron las leyes migratorias, casi nueve de cada diez estadounidenses eran blancos no hispanos, y algunos quisieran que Estados Unidos volviera a ser así. Pero no es posible regresar al pasado. Les cuento.

El primero de julio del 2015, exactamente 15 días después de que Trump anunciara sus aspiraciones presidenciales, la mayoría de los bebés en Estados Unidos ya eran de minorías, según la Oficina del Censo de los Estados Unidos. Esto significa que más de la mitad de todos los niños menores de un año en el país ya eran latinos, asiáticos, afroamericanos o nativos, no blancos.

Limitar la inmigración legal a la mitad en una década, como propone Trump, no va a revertir el rumbo multicultural de Estados Unidos. La pluralidad se está gestando desde dentro. Se basa en los que ya nacieron en Estados Unidos, no en los nuevos inmigrantes. Para el 2044 los blancos no hispanos se convertirán en una minoría más y ningún grupo será mayoría.

Seamos honestos: Estados Unidos siempre ha sido un país mixto. Los nativos americanos vivían aquí siglos antes de que llegaran los primeros habitantes procedentes de Europa. Gracias a los viajes de Juan Ponce de León en la Florida en 1513, el español se habló en este territorio mucho antes que el inglés.

Cortar la inmigración legal a la mitad es una injusticia. No suma las increíbles aportaciones de los extranjeros a este país. Más del 40% de las empresas de Fortune 500 fueron creadas por inmigrantes o por sus hijos, según el Partnership for the New American Economy. Marcas mundiales como Apple, Google, AT&T y McDonald’s, entre muchas otras, fueron fundadas por inmigrantes en Estados Unidos o por sus descendientes directos.

La gran maravilla de este país es su tolerancia hacia los que son distintos y su apertura a nuevos inmigrantes, refugiados, pobres y perseguidos. No obstante, Trump lo quiere cambiar.

Mi apuesta es que no va a poder. Es muy posible que con las nuevas reglas que Trump quiere imponer a los inmigrantes su abuelo Friedrich no hubiera entrado a Estados Unidos. Y yo tampoco -apenas hablaba un poquito de inglés cuando llegué en 1983- pero aquí sigo.

Me gusta este país, diverso y plural, que Estados Unidos llegará a ser, y no la versión nostálgica y atrasada que Trump nos quiere imponer. Qué triste espectáculo cuando el hijo de un inmigrante se convierte en antimigrante.