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Para una cultura del encuentro

Después de haber visto pasar a 60 invitados a las mesas de...

20 de diciembre de 2014 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Después de haber visto pasar a 60 invitados a las mesas de La Habana, provenientes del campo de las víctimas del conflicto armado, del cual una parte de los actores son las Farc, en su diversidad de proveniencia, desde los paramilitares, ELN, Estado, defensores de Derechos Humanos, minorías desplazadas, etc., la pregunta sería: ¿Han contribuido a destrabar el conflicto? ¿Se ha escuchado por medio de ellas el sentimiento del innumerable  e ingente pueblo victimizado? ¿Nos hemos acercado ahora más a la verdad? ¿Estamos más cerca de la reconciliación y el perdón para poder fundamentar la paz? Lo principal: ¿Nos hemos sensibilizado todos para una verdadera cultura del encuentro, necesaria para lograr la paz? El mensaje entregado en la 48 Jornada Mundial de Comunicación  el 1 de junio del 2014, decía: “Comunicar bien nos ayuda a conocernos mejor entre nosotros, a estar más unidos. Los muros que nos dividen solamente se pueden superar si estamos dispuestos a escuchar y a aprender los unos de los otros. Necesitamos resolver las diferencias mediante formas de diálogo que nos permitan crecer en la comprensión y el respeto”. Y el 15 de diciembre  al recibir a los trabajadores de TV 2000, una comunicadora católica decía: “Si estamos verdaderamente convencidos de lo que tenemos que decir, las palabras llegan. Si en cambio, estamos preocupados por la táctica, nuestra habla será artificial y poco comunicativa, insípida”. En su conversación con los comunicadores, el Papa Francisco dijo que uno de los defectos que tiene la comunicación y que en vista de buscar la verdad en el diálogo para llegar a la paz, es bueno que tengamos en cuenta cuál es la manipulación de la información y con fines de propaganda. Decía el Papa que hay que evitar la comunicación, el diálogo que “llena” o que “cierra”, pues satura y en lugar de poner en marcha el pensamiento, lo anula.Pero lo más importante de dialogar, de comunicarse es  hablar a toda la persona humana, a su mente, a su corazón y por eso señaló los pecados de una mala comunicación un diálogo incompleto, a saber: la desinformación, decir las cosas a medias, las medias verdades, que nos lleva a tener un juicio parcial de la realidad, y de esto se preocupa el que dialoga para llamar la atención, dejando de ser auténtico; ¿Será que eso lo que nos está pasando en La Habana?; dejando el alarmismo, la tendencia a predecir catástrofes, evitarlos en el diálogo, es la manera de ver más allá de lo inmediato, mas allá de un presente que corre el riesgo de no tener memoria y temerosos del futuro.Pidámosle al Dios de lo alto, que los colombianos, todos, nos dejemos guiar por la sabiduría divina, para poder construir una cultura de verdadero encuentro, que nos lleve a la verdad, la fraternidad, la paz.