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¡Nuevo contrato social!

Me he atrevido a dar mi opinión hoy sobre algo que es demasiado político e implica tanto el sentido de democracia, política, país o Estado, y es que sinceramente entiendo con todo lo que estamos viviendo, que después del Covid-19, no podemos seguir iguales.

1 de octubre de 2020 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Me he atrevido a dar mi opinión hoy sobre algo que es demasiado político e implica tanto el sentido de democracia, política, país o Estado, y es que sinceramente entiendo con todo lo que estamos viviendo, que después del Covid-19, no podemos seguir iguales; es decir, la política y los políticos no pueden seguir manteniendo anestesiado el país con sus intereses, sordos al grito de los pobres y de un país enfermo, de un planeta, sin haber entendido que todos estamos inmersos en esta tempestad o tenemos esta enfermedad, que si no nos unimos y en los mejores esfuerzos y con nuestras mejores intenciones y cualidades, no vamos a llegar a puerto seguro.

Viendo en palabras sencillas lo que es un contrato social, y fijándome en lo que pensó Rousseau, sobre lo que concebía sobre contrato social:
“Aquel que los ciudadanos firman implícitamente con el Estado una vez que deciden vivir en una sociedad regulada por este último y que debe ser la manifestación de la voluntad general y social para la utilidad pública donde emana la única y legítima autoridad del Estado”; y entendiendo que vivimos en una democracia delegada, en la que nosotros por la votación libre elegimos quien nos represente en este poder, para poder llegar al cumplimiento del contrato social que deseamos, es que veo la necesidad de que se escuche a esos ciudadanos para renovar la vida después de lo que nos ha destapado el Covid-19, de vulnerabilidad del hombre y de que se cayeron máscaras y maquillajes que nos hacían vivir de ídolos e ilusiones; por eso necesitamos una renovación total.

En la XXIV conferencia sobre América Latina del pasado 11 de septiembre, en la que se planteaba el cómo salir de esta crisis tan grave en los últimos doscientos años; el conocido Malcolm Deas decía de Colombia, que la veía enredada en las cosas del pasado y no estaba pensando en las respuestas a preguntas sobre su futuro: “Cómo corregir los problemas tan evidentes de las desigualdades; cómo superar la brecha digital; cómo prepararnos para nuevas crisis o similares, o relacionadas con el cambio climático; cómo despertar la solidaridad de agencias internacionales, países, o inversionistas, para que se manejen los fondos con transparencia, y se destierre la corrupción”.

En su nuevo libro ‘La vida después de la Pandemia’, el papa Francisco nos insta a dejar de lado nuestros intereses individuales, corporativos y nacionales para crear una nueva era de solidaridad en la que todos los seres humanos tengan la misma dignidad: evidencia los dos objetivos de la colección de sus, ocho pensamientos: “Sugerir una dirección, claves de lectura y pautas para reconstruir un mundo mejor que podría nacer de esta crisis de la humanidad”, y así sembrar la esperanza en medio de tanto sufrimiento y desconcierto.

Hoy, para el papa Francisco, ha llegado el momento de mirar al mundo poscovid y de prepararse para el cambio; sin miedo, enfrentando no con la mirada puesta en los odios y venganzas que nos dividieron en el pasado, sino que todos juntos en la común humanidad y espíritu, demos respuesta a la contaminación global, economía, trabajo, valoración de la atención sanitaria, violencia, corrupción. Junto con esta visión, compromiso y la acción a cumplir; el papa insiste en la importancia en estos momentos de la oración para reorientar nuestra mirada a la esperanza, especialmente cuando ésta se vuelve tenue y corre el riesgo de sucumbir.