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La paz no se negocia

Ha faltado lo esencial para llegar a la paz estable y duradera

24 de noviembre de 2017 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Qué está pasando en el Congreso para que no logre salir aprobada la reforma Política, el tiempo aprieta y apremia aprobar la Ley Estatutaria de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP); los congresistas no logran el quórum, aún los mismos partidarios del gobierno dejan de asistir ; los que antes firmaron los acuerdos y los llevaron a rango constitucional, hoy les ponen objeciones, los defensores más acérrimos dicen que la “Paz no se negocia” y además que con leyes no se puede cambiar la Constitución.

Siempre me han llamado la atención dos hechos que tienen que ver mucho con lo que hoy está viviendo el país alrededor de la política y de los mismos hacedores de la política, a saber: la forma como ellos, los políticos, aprobaron los acuerdos en el Congreso; ¿tuvieron el tiempo necesario para saber y entender lo que allí se negoció? 297 páginas que difícilmente se podían leer de corrido y entenderlas en una sola lectura y sin tiempo para discutirlas, pero votaron a favor de esos acuerdos, sin haberse percatado que en el desarrollo de ellos se iban a ver y salir las profundidades de lo negociado; que ahora pasado ya un año y con los acontecimientos alrededor de ellos están descubriendo la gravedad y el compromiso adquirido de los colombianos, con el agravante de haberlos blindado, como si temieran que al descubrir su contenido se iniciara lo que hoy estamos viendo en sus diferentes maneras de no llegar a la aprobación de ese punto que se dice es el corazón de los acuerdos: ‘La JEP’; pero aún así , al pueblo le quedaba el cumplimiento de una promesa, de campaña electoral: los colombianos dirían en un plebiscito, si lo aceptaban o no, en ello no pensaron que el resultado no les sería favorable para sus intenciones personalistas para cada bando, de tal manera que después del 2 de octubre se volvió a quitarle al pueblo su participación decisoria, al acomodar el acuerdo y pasarlo a segunda aprobación, sustituyendo al constituyente primario por el selecto grupo que los representa, los políticos, y así rubricarlo ya no en Cartagena sino en el teatro Colón, en Bogotá.

El plebiscito demostró una Colombia que está dividida al ganar el No, con una mayoría exigua, que no indica necesariamente que están en contra de que se haga la paz sino de la forma como la negociaron, pero esa mayoría exigua se está aumentando, cuando de la misma tolda del Sí se están separando del gobierno, precisamente por esos acuerdos y por la JEP, y mucho más cuando los argumentos para defender lo hecho hasta ahora, es como el viejo cuento del marido infiel, que vende el sofá para devolver la confianza que no volverá a suceder, pues ya entregaron las armas, en ellas no está la intención, está en el corazón de quien las maneja y eso es lo que hay que cambiar, que poco o nada se ha notado en ambas partes, porque en el Estado, cada día se descubre más grande el fenómeno de la corrupción que es en definitiva la causa base de las desigualdades y luchas entre los hombres y en los guerrilleros les ha faltado magnanimidad y grandeza para demostrar que quieren la paz, sacrificando sus intereses egoístas del poder y la satisfacción de sus ambiciones personales.

Ha faltado lo esencial para llegar a la paz estable y duradera, cual es el discernimiento, con talante, grandeza, magnanimidad, donde el bien común de la paz se obtenga sin arrodillar ni al uno ni al otro, sacrificando lo personal y de grupo, por la inclusión de todos tolerando la diferencia, pero respetando la dignidad de la patria.