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La paz en Colombia

En la columna de hoy quiero invitar a todos los colombianos a que depongamos ya nuestros sentimientos violentos por las posiciones ideológicas o políticas, y que entendamos que solo depende de cada uno de nosotros lograr una verdadera convivencia en paz.

18 de julio de 2018 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

En la columna de hoy quiero invitar a todos los colombianos a que depongamos ya nuestros sentimientos violentos por las posiciones ideológicas o políticas, y que entendamos que solo depende de cada uno de nosotros lograr una verdadera convivencia en paz.

Por ello quiero recordar las palabras del papa Francisco en su primer mensaje para la XLVII Jornada Mundial de la Paz en el año 2014: “El corazón de todo hombre y de toda mujer alberga en su interior el deseo de una vida plena, de la que forma parte un anhelo indeleble de fraternidad que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer. De hecho, la fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver y a tratar a cada persona como una verdadera hermana y un verdadero hermano; sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y duradera. Y es necesario recordar que normalmente la fraternidad se empieza a aprender en el seno de la familia. La familia es la fuente de toda fraternidad, y por eso el fundamento y el camino primordial para la paz, pues, por vocación, debería contagiar al mundo con su amor”.

Somos una sola patria, y patria tiene que ver con familia, con hogar, y esta familia nos pertenece a todos aún con nuestras diferencias, y en el hogar todos ponemos de nuestra parte para ser felices, para liberarnos del sufrimiento.

Una doctrina oriental dice que el hombre debe liberarse de toda clase de sufrimiento, aquel que es producido por el deseo, para poder ser feliz. Y que cuando ello se logra, se llega al estado supremo de felicidad, es decir, se cumple con el objetivo de la vida humana.

Por su parte, Santa Teresa, la doctora, nos dice que la imaginación es la loca de la casa que nos produce todas las inquietudes, temores y espantos, pero que cuando el hombre se deja guiar por la sabiduría de Dios, solo eso basta.

En un mundo como el de hoy se nos impone la información a través de los innumerables caminos de las redes sociales y nos envenenan la vida con falsas noticias, pero se nos olvida algo muy importante: “No somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales teniendo una experiencia humana”, así lo decía el padre Pierre Teilhard de Chardin.

Eso mismo nos lo rubrica la carta a los Efesios en su ‘eulogia’ del capítulo primero cuando dice: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. El nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor”.

Valoremos la grandeza del ser que Dios nos ha dado, miremos al otro como nuestro hermano, a pesar de las diferencias que encontremos en ellos, y seamos nobles y magnánimos para construir todos, con tolerancia, paciencia y comprensión, nuestro hogar, Colombia. Dejémonos guiar por la sabiduría de Dios y que no nos separen las cosas humanas, sino que ellas nos lleven a la comprensión de la grandeza que se logra en el saber aceptar al otro con amor.