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La iglesia de los ‘millenials’

Dentro de la Iglesia Católica nos surge una pregunta al ver la participación en las actividades, sobre todo de culto, en las cuales se nota de una manera muy especial, la ausencia de cierto grupo social que hoy podemos identificar bajo el nombre de millenials.

18 de junio de 2017 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Dentro de la Iglesia Católica nos surge una pregunta al ver la participación en las actividades, sobre todo de culto, en las cuales se nota de una manera muy especial, la ausencia de cierto grupo social que hoy podemos identificar bajo el nombre de millenials. Serían esos jóvenes nacidos entre los años 1980 y 1995; verdaderamente jóvenes, mientras que en la Iglesia permanecen los llamados adultos mayores, con una escasa presencia de los niños.

Más aún, en algunas diócesis se plantea la evangelización -su acción primordial-, cuando se trabaja el plan de pastoral que busca unificar las acciones a realizar por sus miembros activos para hacer presente la Iglesia en una zona, sector o circunscripción religiosa, y teniendo como apoyo o punto de vista, una idea que ya viene impregnada de esta mentalidad de los millenials, ¿cuál es?: hacer la analogía de la Iglesia como una industria. Una empresa de servicios religiosos que proporciona bienes y experiencias espirituales a los consumidores. Un ejemplo de este ejercicio son las confesiones en los centros comerciales, las mismas misas y los eventos feriales de servicios religiosos, los matrimonios múltiples e incluso, los campeonatos deportivos de sus directivos.

Cuando la Iglesia es vista de esta manera por un grupo social que es muy sensible, no sólo por su cantidad, sino por su dinamismo y esperanza para su crecimiento y fortalecimiento, preocupa su ausencia en aquello que hoy en día es su principal imagen, como es el culto y el templo. Y es en este punto en donde se ve la dificultad con esta juventud que reclama un cambio fundamental en su accionar, la quiere algo diferente de lo que hasta hoy ha sido, y es aquí en donde radica la problemática dentro de este pensamiento puedan mantenerse leales a su identidad como parte de la Iglesia. La lealtad sería la ‘marca’ para proyectar mejor su acción pastoral, de manera que verdaderamente se comercialice y haga eficiente su acción en el mundo de hoy.

En los estudios realizados a estas personas se encuentran afirmaciones que nos llevarían a realizar una autocrítica sobre la forma y presentación del culto, sobre el mensaje que se da sus discursos, y sobre la misma imagen institucional o personal, pero sobre todo, al tiempo y el espacio en donde se realiza la acción primordial de la Iglesia, puesto que manifiestan pensamientos como: “la Iglesia no es importante, ni necesaria y en algunos casos es perjudicial”. “A Dios se le puede encontrar en otras partes. La iglesia es aburrida y está fuera de época”. “Los cristianos se vuelven jueces teniendo ellos también fallas morales, son hipócritas y aún insensibles con los demás”. Ellos “ven a la Iglesia como agresiva, señalando con el dedo y con micrófono en mano”, y por eso 6 de cada 10 de los jóvenes identificados como millenials la han abandonado, aunque crecieron siendo parte de ella.

Al analizar detenidamente el estudio ‘Barna Group’ y lo que sostiene uno de sus investigadores, nos damos cuenta de la actualidad mental del Papa Francisco cuando aclara, no sólo en su carta La alegría del Evangelio sino en diversas intervenciones, que la Iglesia no es proselitista, que ella vive en el mundo y con su ejemplo (el de sus miembros), y es así como debe fidelizar y atraer, alrededor de la marca: Jesús.