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Es momento de escuchar

En julio de 1986 de nuevo otro papa, Juan Pablo II, en el Palacio de Nariño, recordaba la intervención de su antecesor, al hacer memoria del documento de Puebla sobre la “Civilización del amor”

18 de mayo de 2021 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

El Paro Nacional, convocado para realizarse el pasado 28 de abril del 2021, a pesar del fallo del Tribunal Superior de Cundinamarca de prohibir las movilizaciones, se hizo como estaba proyectado por el Comité Nacional de Paro y sigue activo día a día con diferentes manifestaciones que en verdad desbordaron las intenciones de los mismos organizadores.

Y el grito de los indignados, descontentos, desconfiados, descartados se está escuchando desde la calle cansados de tantos años de esperar una respuesta para sus insatisfacciones sociales, económicas y políticas reprimidas.

En agosto 22 de 1968, en un momento crucial de la historia, cuando hacía 3 años había terminado el Concilio Vaticano II -a un año de haber sorprendido al mundo con la Encíclica “Populorum progressio” y a dos de haber muerto con un fusil en la mano el padre Camilo Torres-, el papa Pablo VI en el campo de Mosquera les decía a los campesinos allí reunidos, ante tamaña injusticia que se vivía cuando en la ciudad por este año, 1968, un congresista tenía un sueldo de cerca de 30 millones de pesos; un profesional tenía ingresos promedios de 19.982 pesos; un chofer de 7.139 pesos, mientras que el campesino que escuchaba al papa, solo recibía 2.872 pesos.

“Seguiremos defendiendo vuestra causa, proclamando vuestra dignidad humana y cristiana. Vuestra persona es sagrada y debe ser reconocida efectivamente. Exhortamos a los gobiernos y a la clase dirigente a seguir afrontando las reformas necesarias que garanticen un orden social más justo y más eficiente, con ventajas progresivas para las clases menos favorecidas, y con una más equitativa aportación de impuestos por parte de los más pudientes”

En julio de 1986 de nuevo otro papa, Juan Pablo II, en el Palacio de Nariño, recordaba la intervención de su antecesor, al hacer memoria del documento de Puebla sobre la “Civilización del amor”, en el cual urge a pesar de todas las barreras, especialmente las económicas, que afectan a los más débiles, a un desarrollo integral de todo el hombre y todos los hombres, recordándoles a los asistentes, lo que hacía 18 años Pablo VI les pedía: “Es urgente reconstruir y hacer más próspera y más justa vuestra nación.. y no olvidéis que ciertas crisis de la historia habrían podido tener otras orientaciones, si las reformas necesarias hubiesen prevenido tempestivamente, con sacrificios valientes, las revoluciones explosivas de la desesperación”.

Y ahora con la pandemia del Covid-19, que ha creado una tormenta en la cual nos ha destapado la inmensa vulnerabilidad de nuestra existencia el papa Francisco nos dice: “No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”.

No esperemos el momento explosivo de más desesperación; actuemos con magnanimidad y grandeza como lo hizo el alma de Bolívar en la proclama del 10 de diciembre de 1830 en Santa Marta, para restablecer la unidad de la Nación; no es el momento de los odios, ni de las alianzas de unos contra otros, es el momento de la patria por encima de los egoísmos, las ideologías, los partidos; es el momento de Colombia.