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Hace quince días logré terminar el proceso, degradante, inhumano, humillante y ...

19 de agosto de 2013 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Hace quince días logré terminar el proceso, degradante, inhumano, humillante y revelador de la falta de planeación de quienes ordenan renovaciones en el funcionamiento del Estado, sin preparar inteligentemente y con lógica dichos cambios.Decimos con frecuencia que sucede porque los colombianos dejamos todo para el último momento, pero en el caso de las licencias para conducir, lo que sucedió fue una abundante desinformación, en donde uno no sabía a quien escuchar y en quien confiar, pero quedaba claro que todavía no había que renovarlas, estaban en estudio algunas cosas, como ¿quién debía pagar?, ¿quienes debían renovarlas?, etc. Hoy ya la información es clara.Cuando entendí que por tener categoría 5, que me autorizaba para manejar buses y camiones y pertenecer al servicio público, que nunca he ejercido, tenía que renovarla y recategorizarme; emprendí el proceso degradante, inhumano y humillante. Luego de informarme por varias personas de cómo estaban haciendo el proceso y dónde era más viable y ágil, inicié haciendo fila a las 5:00 a.m. para me dieran una cita para los exámenes médicos, casi al mediodía la logré para quince días posteriores.Me acerqué al lugar para ser examinado en mis habilidades para la conducción: Oídos, visión, psicometría y examen general, que habían sido pagados con anterioridad por valor de $100 mil, salí aprobado con una restricción: hay que manejar con gafas. Ahí empecé a notar la falla fundamental de la falta de planeación, pues inmediatamente suben a la página del Ministerio dicho resultad y me imagino que por la cantidad de entradas a la página, vive cayéndose el sistema y con ello vienen las demoras y los atrasos. Después al avanzar el proceso, me daría cuenta que en algunos casos, el examen médico no quedó subido a la página y esto sí que acarrea más injusticias, después de haber hecho la interminable fila todo un día, con amanecida incorporada, al llegar a su turno, se le informa que su examen médico no existe, hasta ahí llegó todo.Ya con el examen médico se vuelve a hacer fila para sacar turno e ir por el objetivo: la licencia. De nuevo amanecida y es aquí en donde todo es humillante y degradante: el sistema no funciona, vive la página fuera de servicio, los turnos no alcanzan para el día, se hacen promesas que un determinado número se atenderá pase lo que pase; al final no se cumple, y hay que volver a empezar todo el proceso al otro día, sin reconocer el mínimo derecho al sacrificio realizado; para descansar, solo existe el suelo y para completar en medio de la angustia, cansancio y desespero, una joven perteneciente al “servicio al cliente”, inexperta en dichas situaciones, invita a todos a tener paciencia y volver al otro día a hacer lo mismo. Al final del tercer intento, porque en los dos anteriores como en este, llegué en orden al límite decidido no por los fichos entregados, sino por la decisión de quienes laboran en esta oficina, de tal manera que otros quedaron de nuevo para el día siguiente, para volver a sufrir la misma experiencia. Así logré coronar. Tengo la Licencia renovada.