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Vengan por ellos

Lo que ha hecho en pandemia es de podio. (¿Cuándo es que eligen al mejor alcalde del país?) Mientras que en Medellín, por cada remesa entregada a los damnificados, el Municipio se gastó seis mil pesos, la Alcaldía de Cali se gastó 27.000.

25 de abril de 2021 Por: Jorge E. Rojas

Lista rápida: en plena pandemia endeudó a la ciudad por $650.000 millones con el pretexto de la reactivación económica. 19 concejales le aprobaron esa plata. Fue en octubre. Y hasta ahora, al único que vi reactivarse fue al Mulato, uno de sus arlequines favoritos, que con los contratos de diciembre tuvo flujo de caja para construir un pedazo de discoteca al aire libre.

Lo que ha hecho en pandemia es de podio. (¿Cuándo es que eligen al mejor alcalde del país?) Mientras que en Medellín, por cada remesa entregada a los damnificados, el Municipio se gastó seis mil pesos, la Alcaldía de Cali se gastó 27.000. La explicación fue de una candidez hermosa: es que los mercados de allá eran más pesados, dijeron. Lo que es tener puro el corazón, ¿no? Aunque se tratara de chuspas de atún, panela y lentejas, facturaron el embalaje como si fuera champaña y caviar. Además de pagar por el cargue y descargue de los mercados, les pagaron bodegas de acopio, vigilancia 24 horas, dotación para voluntarios (¿?), refrigerios para esos voluntarios y, lo más importante, estibas. Parte de los 27.000 pesos era para estibas de madera.
Genialidad made in El CAM. Compraron estibas de madera para evitar que a los mercados, al dejarlos en las bodegas de alquiler, les entrara humedad. Mi incomprensión, que es lenta, ahora entonces se pregunta:
¿En qué roto estaban almacenando la comida? ¿Humedad? ¿Pero finalmente qué estaban transportando? ¿Trufas?

Perdón. A veces el absurdo me distrae. Sigamos. En pandemia hizo maromas para poder entregarle a uno de sus cómplices de confianza, la gerencia de los servicios públicos de la ciudad, es decir, la principal caja del Municipio. Esta florecita silvestre es el ingeniero civil que durante su primera Administración se encargó de ayudarlo con el golpe de las Megaobras. Aquel es el antecedente de la joya: el robo de cemento por el que todavía estamos pagando mientras el megaplan sigue sin acabar de ejecutarse doce años después.

En el Colegio Berchmans, que no tiene culpa del engendro que luego puede ser cualquier alumno, el hoy gerente se conoció con un compañerito que siempre se ocupó de ser buen amigo. Buen amigo que hoy es curiosamente personero. Que curiosamente también es amigo de Juan Carlitos Abadía, el pobre gobernador inconcluso (fue destituido a los dos años), hermano putativo del malazo ‘negro’ Martínez, e hijo de sangre de Carlos Herney Abadía, jubilado cacique político del Valle que estuvo en la cárcel por el Proceso 8.000, es decir, por corrupto. Todos entre sí amiguitos del hermano más público del Alcalde, que en las proyecciones de esta gran familia debe quedar ubicado en el Senado de la República en las próximas elecciones. Parece House Of Cards, pero versión CaliSex.

Y como si faltaran razones está diciembre en pandemia: doce mil millones de pesos despilfarrados. La configuración de uno de los descaros políticos más groseros de cara a la gente en medio de la peor crisis social de la que sepamos en los últimos tiempos. Pero acaso solo chismes hasta ahora.
Cosa de resentidos. De perdedores. Bochincheros. Lengüilargos. Pues bien, esta semana la Contraloría de Cali dio a conocer un informe preliminar del análisis que ha hecho de la ejecución de la Feria Virtual, con un documento que hasta el momento marca 48 observaciones administrativas, 14 de ellas con presunta incidencia fiscal, y 11 con presunta incidencia penal.

¿Alguien recuerda los tres videos con cantantes salseros por los que pagaron 150.000 dólares? Ejemplificado con el caso de Alexánder Abreu, el ente de control mostró que desde la concepción misma del proceso de contratación, todo está cojo, para decirlo con decencia: “(…) al verificar la idoneidad del contratista, se observa que contaba con un capital de $10 millones y reportó unos ingresos por actividad ordinaria de $0 para el año 2019... lo que implica que no contaba con capacidad económica para contratar”.

Y así son muchas de las 167 páginas del documento. Palcos, vallas de contención y baños portátiles instalados en eventos sin público.
Indicadores de satisfacción digital inflados al 90%. Contratos entregados a dedo al arlequín que baila en su pedazo. Contratos de maping concedidos a la misma empresa que es dueña del negocio desde la primera Alcaldía. Las pruebas están ahí. Ya no son chismes. ¿Qué hace falta? El próximo 7 de mayo, la Contraloría presentará el informe final.
¿Qué hará falta entonces? ¿Qué más, por los clavos de Cristo? ¿Qué hace falta para que vengan por ellos?