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El patrón de Jorge Iván

Imaginarlo creyendo que podemos sentarnos a hablar del América, o jugar 31 en el parque, me ha hecho reír como película de Cantinflas. Pobre patrón

14 de febrero de 2021 Por: Vicky Perea García

Sentado a la mesa de un restaurante de comidas rápidas al norte de Cali, el cómplice más visible del Alcalde estaba hace menos de dos semanas en compañía del gerente de abastecimiento de la Empresa de Servicios Públicos. Las malas lenguas han dicho que son primos, aunque esa no es la sangre que los une. Ahora son vecinos. Pero en realidad Arturito es solo un trabajador del cartel. ‘Cena informal del patrón con su lava-perros de confianza’, habría traducido el diccionario old-school de la mafia local, en la descripción de la escena. Narco-costumbrismo puro: dos camionetas a su imagen y semejanza, estacionaban afuera del lugar.

Me entero de una diminuta parte de la conversación puesta sobre esa mesa, y de la noche cuando ocurre, porque en algún momento allí citaron a un colega que me conoce y que conozco. Entonces supongo que el cómplice del Alcalde me está mandando la razón. Sería muy torpe desestimar su astucia a prueba de fiscales y procuradores, además. “Inteligente es aquel que sabe hacerse el tonto, ante un tonto que se cree inteligente”, tiene posteado en Instagram como bandera filosófica. Comulgo y adhiero. Finalmente él llegó a ser gobernador. Destituido a los dos años, pero gobernador.

Varios nombres son mencionados en una charla donde el lava-perros permanece en silencio. Claro que a veces ríe. Como cuando el patrón jura que está dedicado a negocios particulares y que no le interesa la política. Solo que le vaya bien a la región. Entonces el lava-perros ríe como hiena incontinente. Uno de los nombres que salpican la mesa es el de un concejal al que le bajaron el pulgar. El dueño de los buses azules. El patrón lo señala corrupto y filtra pecados. Estrategia clásica de la mafia ancestral: traición se paga con traición. Por supuesto, la vendetta es contra uno los 19 ladrones en la nómina de Alí-ba Iván. Otro nombre que salpica la mesa es justo el del Alcalde: “(…) Le están dando muy duro...”, se queja el patrón. Y el otro nombre es el mío: “(…) ¿Qué le gusta? ¿Le gusta el fútbol..?”, pregunta.

El día que me llegó el recado era lunes, y entre los pronósticos climáticos las carcajadas no estaban entre las predicciones cercanas. No tantas. Ni así. Gran momento que aún me tiene conmovido, porque nunca imaginé tanta ternura en el patrón. Bueno, sus tiempos de diputado del Valle, asistiendo a la Asamblea con las canas teñidas para fingir madurez, ya eran un lindo antecedente. Pero imaginarlo creyendo que podemos sentarnos a hablar del América, o jugar 31 en el parque, me ha hecho reír como película de Cantinflas. Pobre patrón.

Pero lo entiendo. Es la costumbre de los hábitos. Allá dentro de la guarida, -perdón, a veces me confundo-, de la Alcaldía, cuando necesitan callar a alguien solo es cuestión de apretar un suiche. Choque eléctrico para el píncher que tienen de personero (iba a decir perro rabioso pero tal vez sea demasiado) y empiezan a morderlos con investigaciones.
Entre exfuncionarios del CAM, a eso le llaman “sicariato disciplinario selectivo”. Que es el modus operandi que por ejemplo aplicaron con Fabiola Perdomo (exsecretaria de Bienestar Social) y Argemiro Cortés (exsecretario de Desarrollo Económico). En caso de que falten argumentos para despejar dudas, cójame este trompo en una uña, patrón: ¿Por qué Fabiola y Argemiro tuvieron que pedir control preferente, buscando garantías para su defensa? ¿Por qué ellos no confían en la Personería Municipal? ¿Por qué lo está pidiendo el exdirector del Dagma, Carlos Calderón?

En la página 87 de El Padrino, Mario Puzo recrea el encuentro de Virgil Sollozzo, un mafioso con ansias de adueñarse del mundo, y Don Corleone: “Necesito dos millones de dólares en efectivo. Y lo que no es menos importante, necesito un hombre que tenga amigos poderosos en los puestos clave. Algunos de mis hombres serán atrapados en el transcurso de los años (…) Necesito un amigo que pueda garantizarme que cuando mis hombres tengan problemas, no van a pasar más de un año o dos entre rejas (…) En este mundo hay muchos hombres débiles. Pueden hablar. Pueden comprometer a los demás. La protección legal es importantísima. Tengo entendido, Don Corleone, que tiene usted más jueces en el bolsillo, que pelos tiene un gato…”. Para más pistas del patrón, o del Don, ahora que las canas parecen de verdad, reciclo una pullita con ñapa en mi cuenta de Instagram (@rojas_velasco).