El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Tragedia Regional

El reconocimiento de derechos fundamentales, a los cuales estaban vinculados en distinta forma desde sus orígenes los dos partidos tradicionales colombianos, el liberal y el conservador, se invoca como cimiento del ordenamiento institucional de Colombia de 1991

4 de agosto de 2021 Por: Gustavo Moreno Montalvo

Hispanoamérica se separó de España con motivo de la ocupación francesa de la península ibérica en 1808, pero nunca ha sido de verdad independiente. Ordenó sus instituciones públicas desde el principio como reflejo de EEUU, la primera democracia liberal del mundo, establecida en 1787 en Filadelfia bajo el esquema de régimen presidencial. Durante todo el siglo 19 los países de la región buscaron faro para iluminar y resolver sus conflictos, y en el Siglo XX, bajo la égida de la modernidad, construyeron reglas laborales que solo cobijaban a una proporción pequeña de la población, en un mundo rural y analfabeta. Se volvieron urbanos en la segunda mitad del siglo, y la generación de empleo empresarial se volvió costosa, por reglas prestacionales y otros esfuerzos importantes para la formalización. El asunto se ha vuelto más complejo porque la miopía de gobiernos y líderes del sector privado ha fijado techo bajo al desarrollo económico, lo cual conlleva pocas oportunidades para las nuevas generaciones y limitado valor para el trabajo en general.

La situación es de especial gravedad en Colombia, con desempleo de 15% e informalidad de la mitad de la población económicamente activa. Las normas de seguridad social introducidas en 1994 han ofrecido cobertura universal en servicios de salud, pero eso no es suficiente para evitar serios conflictos sociales, pues los esquemas de dirección no son idóneos para esta época de la historia: se requiere apertura de mentalidad para lograr resultados efectivos en un mundo integrado, en el que compiten comunidades donde el respeto por los derechos humanos no tiene la misma importancia que en Latinoamérica.

El reconocimiento de derechos fundamentales, a los cuales estaban vinculados en distinta forma desde sus orígenes los dos partidos tradicionales colombianos, el liberal y el conservador, se invoca como cimiento del ordenamiento institucional de Colombia de 1991, pero la carta improvisada en la Asamblea Constituyente no es coherente con los nobles propósitos allí consagrados: el desorden y la mala calidad son evidentes en los procesos básicos de legislar, juzgar y administrar.
Enderezar los procesos públicos es necesario pero no es suficiente. Es preciso pensar en grande para crecer el ingreso de manera sostenida, para que el valor del trabajo aumente y la sociedad prospere.

Casi toda Latinoamérica padece visión de países enfrentados al mundo, que contrasta con la necesaria visión de países inmersos en el mundo.
Hoy el planeta está integrado por el abaratamiento del transporte y la evolución de las herramientas de comunicación. Esa realidad ha sido poco reconocida por los países grandes de la región con excepción de Chile, cuyos problemas institucionales actuales son consecuencia de la menor tasa de crecimiento en los últimos años por la caída en los precios de productos primarios y el deficiente diseño institucional público, que no facilita la integración social. Para mejorar desempeño en lo social, lo político y lo económico es preciso pensar en grande en todas las dimensiones. Solo así podrá Latinoamérica defender la propuesta democrática y los derechos humanos. En el caso de Colombia, con pésima productividad, deficiente educación pública y altísima desigualdad, es urgente reconocer la realidad y poner en tela de juicio todo lo que sea obstáculo para el progreso integral del país.
Sigue en Facebook Gustavo Moreno