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Nuestra ciudad tiene tasas de desempleo elevadas frente a otras ciudades grandes,...

14 de marzo de 2015 Por: Gustavo Moreno Montalvo

Nuestra ciudad tiene tasas de desempleo elevadas frente a otras ciudades grandes, en un país donde el empleo informal campea. Para crear empleo es preciso que Cali cumpla tres condiciones: alineación del sector privado alrededor de estrategias de desarrollo, acuerdo con los líderes del sector público para materializarlas, y articulación con el Gobierno Nacional. Las estrategias para el desarrollo regional están identificadas, pero no hay aún un plan de trabajo adecuado, con cambios en el uso de recursos públicos asignados a la educación, y orden en los esfuerzos para construir conocimiento aplicado a las oportunidades regionales. Los directivos del sector privado tienen más permanencia que los del sector público, e invierten dinero en nuevas aventuras con el propósito de obtener beneficios, pero deben aprender a mirar fuera de sus muros de manera ordenada, en alianza con entidades educativas y organizaciones sin ánimo de lucro para convenir el camino a la prosperidad. No tiene sentido el egoísmo en este proceso. El sector público está sometido a los avatares electorales. Por ende, tiene menos estabilidad, y debe cortejar a las bases electorales, a veces por caminos de discutible transparencia. En consecuencia, su compromiso con estrategias de largo plazo debe fundarse en la ilustración a la comunidad sobre el camino a la prosperidad, para que sea ella misma quien obligue a seguir el sendero. El empresariado en Medellín ha establecido una entidad, Proantioquia, con recursos adecuados para impulsar el pensamiento de región. Esta circunstancia contrasta con el exiguo presupuesto del Comité Empresarial e Intergremial del Valle del Cauca. El problema más serio para la tarea de crear empleo sostenible y de calidad es el pésimo diseño de las instituciones nacionales, de las cuales es imposible esperar el cumplimiento de los propósitos que la Constitución señala. El mismo texto que defiende los derechos fundamentales y establece el estado social de derecho fija mecanismos absurdos para la gestión pública y su control, para la formación del legislador y su operación, y para la designación y actuación de los jueces. Traducido a diagramas de flujo, el estado colombiano está diseñado para poner un techo muy bajo a las posibilidades de desarrollo económico y social. Las circunstancias no son fáciles. Vienen al menos dos años de crecimiento económico bajo, por la caída de precios del petróleo, en los cuales será difícil que las cosas mejoren a menos que las entidades públicas y privadas se organicen para aprovechar las ventajas comparativas de la ciudad y obtener beneficios de la tasa de cambio más razonable resultante de la reducción de los precios internacionales del petróleo. El reto es inmenso. Las oportunidades están sobre la mesa para empresarios, políticos y profesionales independientes. La alternativa puede ser fatal. Estamos al borde del precipicio o al comienzo de un nuevo camino. Es preciso hacer la tarea. ¿Seremos capaces?