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Historia de Emcali

El escándalo reciente motivó la salida del gerente, pero el pobre desempeño no ha despertado en los usuarios la preocupación que debería.

4 de octubre de 2022 Por: Gustavo Moreno Montalvo

Emcali presta los servicios de acueducto y alcantarillado, distribución y comercialización de electricidad a Cali. El crecimiento de la ciudad y sus necesidades de infraestructura a principios de los años 60 del siglo pasado motivó la contratación de deuda con entidades crediticias que impusieron como condición nombrar una junta directiva independiente de la administración municipal, así el Municipio fuera el propietario.

El desempeño fue reconocido porque el ordenamiento se sujetó a cánones estrictos de administración. La deuda se terminó de pagar en 1968, y el Municipio retomó el control. Desde 1970 liberales y conservadores compartieron la administración, y el desempeño se deterioró de manera paulatina.

En 1995 se formalizó de manera definitiva el negocio para construir fuera del balance de la empresa Termoemcali, planta para generar energía. Emcali asumió compromisos por US$64 millones por año para pagar activos fijos y asegurar combustible. La regulación del transporte de gas según la distancia entre el lugar de utilización y la fuente del combustible significó que la probabilidad de operación efectiva de la planta sería muy baja, por estar al final del gasoducto en un país interconectado.

El pago de la deuda comenzó en 1999. A principios de 2000 Emcali entró en crisis financiera. Para evitar la suspensión del servicio de electricidad a los usuarios por el incumplimiento de pagos al mercado de energía mayorista, según establece la regulación, la empresa fue intervenida por la Superintendencia de Servicios Públicos. Al igual que con el acueducto de Cúcuta, no se cumplió el procedimiento de la Ley 142 para las intervenciones, en virtud del cual se debería entregar en fideicomiso la empresa intervenida, con Consejo de Administración independiente. Por el contrario, la Superintendencia administró la empresa durante 13 años. Durante los primeros 2 años de la intervención las pérdidas de agua tratada y electricidad crecieron de manera drástica.

En años siguientes se dejó marchitar el negocio de telecomunicaciones, por inadecuado entendimiento entre el alcalde Jorge Iván Ospina y el gobierno de Álvaro Uribe. La intervención no logró mejoras sustantivas en asuntos comerciales, operativos y administrativos, pero refinanció la deuda financiera, incluida la de Termoemcali. Al final la Nación era el único acreedor financiero, con saldo del orden de $1 billón, por el servicio de la deuda para el sistema de tratamiento de aguas residuales, cuyo adecuado funcionamiento tomó muchos años.

Emcali acogió la opción que permitía la ley de servicios públicos de transformar sus operaciones en filiales de una matriz, pero en 1998 los directivos sindicales lideraron la toma de las instalaciones de la empresa y el Concejo revirtió la transformación. Esta reversión era de discutible legalidad, pero Andrés Pastrana decidió no usar la fuerza para hacer cumplir la ley.

Desde 2013 han persistido el nombramiento del gerente por el alcalde y juntas directivas de ámbito limitado. El alcalde Ospina no se interesó en establecer buenas prácticas de gobierno corporativo. Por el contrario, la empresa hace operaciones discutibles. El escándalo reciente motivó la salida del gerente, pero el pobre desempeño no ha despertado en los usuarios la preocupación que debería. Algún día, quizá pronto, habrá escándalo por el colapso en el servicio como consecuencia de la deficiencia en reglas básicas de gestión.