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El Pacífico en el aire

Hay que pensar en grande la inserción del país en la cuenca del Pacífico, en vez de calificar a los habitantes de la Costa como personas marginales, incorporadas a un entorno difícil donde solo ellas son capaces de vivir y además ser felices.

6 de enero de 2019 Por: Gustavo Moreno Montalvo

La Costa Pacífica corresponde a cuatro departamentos. Las capitales de Nariño, Cauca y Valle están ubicadas en valles andinos y la de Chocó en una ciudad sobre el río Atrato, que desemboca en el Caribe. La información oficial sobre la región es deficiente; el Dane tiene más datos sobre las demás ciudadesde más de 300 mil habitantes que sobre Buenaventura, que tiene medio millón. Así será difícil derrotar la pobreza y la violencia que azota la región por cuenta de la guerra de la coca.

Tumaco tiene perspectivas como epicentro agroindustrial, con algunas limitaciones por ubicación en relación con los mercados. El grueso de la región debería ser zona de protección forestal. El punto de partida para el rescate es el impulso al desarrollo integral de Buenaventura, con apoyo de inversión extranjera directa. Es el único puerto importante del país sobre el Océano Pacífico y punto natural de convergencia. La economía de la ciudad podría crecer a tasas muy altas durante años, y aun así se demoraría en alcanzar el promedio actual del país cuando debería ser su ciudad más próspera, por su ubicación privilegiada.

Los compromisos de carácter asistencial que asumen los gobiernos para enfrentar las manifestaciones cívicas de inconformidad son insuficientes. Hay que pensar en grande la inserción del país en la cuenca del Pacífico, en vez de calificar a los habitantes de la Costa como personas marginales, incorporadas a un entorno difícil donde solo ellas son capaces de vivir y además ser felices.

La verdad es que los niveles de necesidades básicas insatisfechas en la región son aterradores. En muchos municipios exceden 90%. Lo más grave es la ausencia de estrategias efectivas de desarrollo integral. Ni siquiera hay ocupación efectiva del territorio, ni ejercicio del monopolio del poder coercitivo del Estado. Toda la infraestructura es precaria; incluso personas inescrupulosas se han opuesto al suministro de energía firme a Buenaventura, que depende hoy de una sola línea de alta tensión.
No hay claridad sobre los sectores con potencial para impulso en la ciudad, por su competitividad y por la atractividad de los mercados correspondientes.

Buenaventura tiene todas las posibilidades: sitio, espacio en Aguadulce, donde puede hacerse su desdoblamiento, y pronto comunicación decente con el interior. La vocación de la ciudad puerto es jugar papel central en el futuro de Colombia. Es inaceptable que la mentalidad de nuestros gobernantes condene a más de un millón de personas a la pobreza. Nación y Departamento tienen responsabilidad en el asunto desde siempre. Cabe recordar que Dilian Francisca Toro habría podido liderar el cambio por la eficacia electoral de su grupo político en Buenaventura, y no lo ha hecho. Si las instituciones públicas de Colombia no tienen capacidad para enfrentar el reto, ¿no será mejor cambiarlas?

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