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Terna de jotas

Jota murió para no morirse, para estar siempre inscrito en la historia de nuestra televisión como un talentoso creador y un presentador único.

9 de junio de 2019 Por: Gustavo Gómez Córdoba

Uno
Bastaba una mirada a Twitter el día en que se supo que Jota Mario Valencia atravesaba por una difícil situación de salud, para que saltara a la vista que los enfermos eran otros y no él. Justo es decir que la mayoría expresaba su confianza en la recuperación del presentador y le manifestaba cariño genuino, pero imposible desconocer la horda de miserables que, en medio de un episodio tan doloroso para su familia, escribían atrocidades. Hay que ser una persona muy repugnante para equiparar críticas al desempeño profesional con deseos de muerte. Jota murió para no morirse, para estar siempre inscrito en la historia de nuestra televisión como un talentoso creador y un presentador único.
Quienes se regodean con la situación, están muertos en vida y terminarán ahogándose en su bilis. Jota se dio a conocer con un espacio cuyo título es la gran carencia de las redes sociales: ‘Valores humanos’.

Dos
Entendiendo la molestia que puedan experimentar los miembros del Ejército con los artículos publicados (o engavetados) sobre la medición de acciones y bajas, es claro que sigue sin entenderse el espíritu de tales notas periodísticas. No se hacen para destruir a las Fuerzas Armadas; su norte es precisamente evitar que eso suceda. A oficiales y soldados no se los acusa de asesinar civiles inocentes para que brille su hoja de vida o reciban beneficios. Se trata de sopesar políticas institucionales y directivas internas que podrían ejercer presiones indebidas en los uniformados y, eventualmente, desembocar en desmanes. Los cuestionamientos o las denuncias alrededor de situaciones inconvenientes no pueden ser tomados como ataques. Conviene que quienes así lo piensen digan de frente y sin tapujos que los soldados son intocables y que por el hecho de ser servidores públicos hay que permitirles todo exceso. Declaremos caduco, entonces, el Estado de Derecho y optemos por el establecimiento de un régimen donde los camuflados no vistan a servidores juiciosos, sino a bárbaros dotados de ilimitada impunidad y blindados al imperio de la ley. La sociedad necesita generales, pero también coronelles, caseys y manettos.

Tres
Nutridos titulares para los anuncios de Iván Duque en materia de ternados a fiscal. Se comprometió el presidente a que los candidatos serán “profesionales de gran solvencia jurídica” y “sentido del Estado”. Dijo a los periodistas de La FM que deben exhibir trayectoria, así como darle confianza a la rama judicial y al país. Los juristas tienen que “estar dispuestos a servirle a Colombia con estricto apego a la ley”. Y ejercer su tarea con total independencia. Preocupante que el mandatario reedite a Perogrullo, legendario y ficticio personaje que ganó celebridad por catapultar obviedades con la lengua. Perogrullo, el mismo que insistía en que se le respetara el derecho de llamar puño a la mano cerrada y que libraba batallas para que se aceptara que el primero de enero era el primer día del año. Ojalá el presidente canalizara sus energías en cosas más importantes que recordarnos aquello de que el agua moja. Entre otras, porque Perogrullo puede no haber existido; pero triste sería ver que el gobierno de Duque pasara a la historia en similares condiciones.

***
Ultimátum:
Anota el profesor Moisés Wasserman que ve a mucha gente diciendo que la Tierra sin humanos sería un lugar estupendo. “Es posible. Lo malo es que nadie se enteraría”. Moisés sigue intentando salvar de las aguas de la necedad a tanto despistado que anda suelto por ahí.

Sigue en Twitter @gusgomez1701