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Señal de alerta. Por boca del ministro Mauricio Cárdenas supimos que así es como el gobierno considera la decisión de Standard & Poor’s de calificar a la baja la situación crediticia del país.

17 de diciembre de 2017 Por: Gustavo Gómez Córdoba

Señal de alerta. Por boca del ministro Mauricio Cárdenas supimos que así es como el gobierno considera la decisión de Standard & Poor’s de calificar a la baja la situación crediticia del país. La firma (cuyo nombre muy mal traducido podría ser algo así como ‘niveles de pobreza’) no es infalible: bajo sus narices pasó la crisis hipotecaria de los Estados Unidos y, si se trata de acciones, al menos figuradamente hablando tiene muchas en la crisis islandesa. Resbalones que no alcanzan a opacar la atención que se presta a sus evaluaciones periódicas.

Con astucia, el ministro de Hacienda le dio la vuelta a la noticia: no se trata de una mala calificación. Lo que S&P ha hecho es mandar una señal de alerta para la próxima administración, como lo hiciera el alocado Emmet L. Brown en la carta que desde el pasado le llegó (¿llegará?) a Marty McFly en ‘Volver al Futuro II’. El poco amigable BBB- es, desde esa perspectiva, un espaldarazo a la gestión de Cárdenas y una conminación al siguiente presidente para que tenga un ministro de Hacienda tan competente como el que hoy hace la creativa interpretación.

Interesante malabar de Cárdenas, quien no solo pertenece a una de esas familias que no sabe lo que es el desempleo, sino que ha demostrado en el pasado que sabe comprar teflón de primera calidad. Y no hablamos del pasado lejano de Dragacol, cuyo escándalo le dio tantos dolores de cabeza, sino del pasado reciente.

El diario La República hace anualmente una encuesta con empresarios de primer nivel, y la más reciente asesta un duro golpe al presidente Santos (2,7 sobre 5) y a sus colaboradores. No se salvó ni el vicepresidente Óscar Naranjo (2,5), otrora acostumbrado a brillar en todo tipo de mediciones. A pesar de que los empresarios reiteradamente se quejan sobre el estado de la economía, los tributos que los ahorcan, el exceso de regulaciones y la merma de los ingresos, Cárdenas (3,0) fue uno de los tres ministros que salvó el cuello, junto a Alejandro Gaviria (3,1) y David Luna (3,3).

Es la primera vez que el Presidente se ‘raja’ en esta medición, y el análisis del diario es que tiene que ver con los alcances de la última reforma tributaria, la poca dinamización del crecimiento económico, el fracaso de Colombia Repunta y otros factores que por todos los flancos rozan al ministro.

Le ha funcionado hasta ahora el teflón a Mauricio Cárdenas, pero si quiere dar un paso político más ambicioso en representación de su partido, tendrá que consultar la guía de distribuidores de Kevlar.

***

Ultimátum.
Los idiomas tienen estructuras cuyo irrespeto no hace sino debilitarlos. El juez que le dio la razón al concejal Alirio Uribe, en el sentido de que el lenguaje de la administración distrital bogotana debe ser ‘incluyente’, seguramente fue excluido en el colegio de las clases de español.

La Real Academia Española sostiene que pirotecnias como la de ‘todos y todas’ son desdoblamientos inoficiosos, y solamente válidos cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto (por ejemplo, “el desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad”).

El juez debería sacar tiempo para disfrutar de la pluma de Héctor Abad, quien escribió: “Como el género, insisto, es un asunto gramatical y no sexual, hay una convención en varias lenguas occidentales (español, francés…) según la cual ante un número plural de personas, se usará, por economía verbal, el género masculino, lo cual no excluye a las integrantes de ese grupo específico que tengan sexo femenino”. La política (¡y el político!) todo lo corrompen. No se salva ni el idioma.

Sigue en Twitter @gusgomez1701