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Pecados mediáticos

Tristeza producen muchos de los pecados que nos tientan desde los medios a diario (diario no necesariamente sinónimo de periódico). ¿Los conocen ustedes? Ahí van tres capitales...

30 de junio de 2019 Por: Gustavo Gómez Córdoba

Los medios de comunicación tradicionales (entendidos como aquellos en que antes echaban noticias y ahora echan noticias y, además, gente), y también los digitales (entendidos como aquellos en que cinco personas suelen ganar lo que uno de los periodistas liquidado por los tradicionales), comparten muchos pecados. Pecados de los que poco se habla.

Desde la perspectiva del cristianismo, los pecados son siete. La sola frase nos lleva directo al pecado de la pereza, que nos impide leer para descubrir que no siempre fueron siete. Comencemos por decir que no están formalmente enumerados en parte alguna de la Biblia, ese libro de libros que unos acatan y otros atacan. Yuval Noah Harari, esquivando los extremos pasionales, considera que la Biblia se mantiene como fuente de autoridad, “aunque ya no es una verdadera fuente de inspiración”.

Tradicionalmente eran ocho (más que pecados, juicios malvados), con la tristeza incluida. Pero a partir del Siglo V, nueve, si se atiende a que la gula se presentaba junto a la ebriedad. Cien años después quedaban los siete que hoy conocemos, para tristeza de quienes la vieron desaparecer como pecado. Tristeza producen muchos de los pecados que nos tientan desde los medios a diario (diario no necesariamente sinónimo de periódico). ¿Los conocen ustedes? Ahí van tres capitales, es decir, que son rentables:

Horóscopos. Lo único serio que puede tener el horóscopo es su definición en los diccionarios, que lo presentan como predicciones del futuro que surgen de las posiciones de los astros en el cielo y de los signos del zodíaco. Traducción: superchería. Si la tarea de los medios es confrontar, sopesar y cotejar para acercarse a la verdad, ¿qué hacen publicando la zodiacal sarta de argucias? Es como si Lucien Greaves, fundador del Templo Satánico, repartiera en sus sedes estampitas del santoral católico. El mundo sería mejor con menos astrología y más astronomía.

Estudios. Cada producto del mundo, desde el café hasta el glifosato, pasando por los antihistamínicos, las vitaminas, el champú y los edulcorantes, cuenta con varios estudios sobre sus propiedades (por lo general, hechos en universidades). Los estudios demuestran bondades o confirmar perversidades que suelen beneficiar a sus ‘desinteresados’ patrocinadores económicos. El pecado de los medios es tragarse, con espinas y aletas, estos suculentos peces de brillantes escamas. Una de las espinas casi le cuesta la vida en redes a María Isabel Rueda esta semana, después de que la fumigara y asperjara medio país virtual.

Televentas. Cero lío hay en vender productos baratos y de escasa calidad. Aunque la más de las veces no sirven para nada (fundamental) y solo satisfacen necesidades superfluas que crea su misma exhibición, podemos entrar en el campo del pecado mediático. Los medios no tienen que responder por los productos que se promocionan en las cuñas y avisos, pero hay una excepción ética: si en repetidas ocasiones existe queja sobre su calidad o efectos dañinos, y el medio tiene pleno conocimiento, mal sabor queda cuando la pauta sigue fluyendo. ¡Eso sí que empauta a la gente!

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Ultimátum. Paloma Valencia confirma que en un futuro (¿cercano?) quiere ser la primera presidenta de Colombia. Le respondió Daniel Samper Ospina: “Los humoristas saludamos la autopostulación presidencial de doña Paloma”. Otra paloma para Matador.

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