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Milagros

Ninguna demostración de cariño merece los agravios de que fue víctima una pareja gay en un centro comercial.

21 de abril de 2019 Por: Gustavo Gómez Córdoba

El más influyente. Recién horneada la lista de Time con los seres humanos más influyentes de este platanal cósmico, queda claro que, entre los latinoamericanos, el Papa es líder de la competencia (y con más bien poco pedaleo). Es la sexta vez que lo incluyen en la selección, en seis años de papado. Período en el que ha sorprendido con frases sonoras, efectismo e impecable teatralidad, sin que haya avanzado su paquidérmica iglesia en asuntos fundamentales como el real tatequieto a la pederastia, el fin del celibato obligatorio o el sacerdocio femenino.
¿Está en la lista el Papa argentino solo por serlo? O, peor, por su pinta de afable espécimen del zoológico mediático. Injustos sería no reconocer los esfuerzos de Bergoglio por ser simpático.

La capital mundial de la bicicleta. El 2 de diciembre de 1804, en la célebre (y llorada) catedral de Notre-Dame, Napoleón se corona emperador. Ante la negativa del arzobispo de Reims de ponerle la corona y con el papa Pío VII entre el público, sin decir ni pío, el petizo gigante se ciñe la corona libre de auxilios clericales. Después de eso, no es nada ver cómo Enrique Peñalosa proclama a Bogotá la capital mundial de la bicicleta, porque “cuando llegué a la Alcaldía casi nadie se movilizaba en bicicleta y hoy ya 6 de cada 100 lo hacen”. La capital, generosa en siniestros viales que comprometen a los ciclistas, robos de sus aparatos, oscuras ciclorrutas sin continuidad y ciclistas que desestiman medidas de seguridad y señales de tránsito, reclama un título que le queda grande. La personería le recuerda al despistado emperador Peñalosa que en los últimos tres años el hurto de bicicletas creció en un 429% y cómo, de 2017 a 2018, las lesiones de ciclistas aumentaron en un 31%. Peñalosa levita, cada vez más alto, sobre los problemas de la urbe.

Positivismo en Fecode. Hace años, la Federación Colombiana de Educadores costea una contundente campaña publicitaria orientada a manifestar descontento e invitar a la protesta. En voz del gran locutor Gustavo Niño Mendoza, las cuñas se han convertido en permanente compañía de la audiencia radial. La más reciente se aparta de la postura tradicional y hasta pareciera celebrar acuerdos logrados con el gobierno en beneficio de los docentes. En su página de internet, sin embargo, sigue colgada la invitación a participar en el paro de la semana entrante. Recuérdese que mientras protestaban el 20 de marzo, planeaban las manifestaciones del 25 de abril, seguramente para no perder tiempo (como el que de clases se les escapa a los alumnos educados a punta de pancartas). Carísimos los útiles. Más costosos los inútiles paros.

Encomiable furia. Ninguna demostración de cariño merece los agravios de que fue víctima una pareja gay en un centro comercial. En lo que hasta ahora se conoce de los videos de seguridad, nada obsceno se ve. Y aún si hubiesen protagonizado un acto reprochable, lo correcto habría sido acudir a la autoridad antes de agraviar a los jóvenes. Uno de los ofendidos clama por trato civilizado, mientras en redes se revela un trino suyo (ahora borrado) en el que invitaba al asesinato de Álvaro Uribe. El trino desapareció y se espera el milagro de una disculpa de parte de alguien que exige se le dé el respeto que no practica. Predicar y no aplicar, corriente milagro criollo.

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Ultimátum.
En un continente que aborrece a sus expresidentes, no dejan de llamar la atención las numerosas manifestaciones de tristeza por la muerte de Alan García.

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