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Es el año del centenario de Douglas Botero Boshell, mejor conocido en...

10 de enero de 2016 Por: Gustavo Gómez Córdoba

Es el año del centenario de Douglas Botero Boshell, mejor conocido en círculos de opinión por su seudónimo de Kerensky. “Me defino conservador, amplio en cuanto a la libre controversia, al libre examen y el análisis de fondo con plenas garantías en toda discusión sobre la cosa pública”, decía Botero. “No tolero restricciones a la libertad de palabra. A pesar de mi temperamento, acepto que intervengan hasta los comunistas, pues no quisiera darles el mismo tratamiento que nos dan a nosotros. En cambio, soy acerbo partidario del orden, el respeto de la ley y la regulación de la sociedad en forma severa y de cabal cumplimiento”.Kerensky creía en no creer en las bondades del comunismo y todas sus manifestaciones totalitarias, y no comulgaba con ceder frente al criminal (menos al que clavaba el puñal desde las convenientes sombras del delito político). Viene, de parte de su familia, una edición con algunos de sus pensamientos, que para algunos son extremistas y, para otros, más bien sensatos y realistas. Conviene comenzar a sintonizarse con el Kerensky colombiano, que jamás le tuvo miedo al “yo” como vehículo de compromiso. El otro, el ruso, cometió en el campo de la política el peor de los errores: servirse en bandeja de plata, sazonado por la credulidad. Aquí, una probada del Kerensky made in Colombia:“Siento vergüenza jurídica cuando observo que en Colombia el sujeto que roba gallinas paga su delito con la cárcel, mientras que uno de los jefes de la banda que asesinó a doce magistrados de la Corte fue premiado con un ministerio. Asimismo, respeto el derecho de disentir y el libre examen, y por ello combato toda forma de censura”.“Colombia ya no es tierra de leones. Los nobles felinos han sido sustituidos por chacales amnistiados, que son compulsivamente aplaudidos por ciudadanos amnésicos cuya memoria es conveniente reavivar”.“Los ideólogos de la izquierda, coreados por los inefables y obsecuentes servidores de Amnistía, quieren convertir en héroes a las bandas de sicarios comandados, en veces, por curas asesinos, afirmando que sus horrendos crímenes son de carácter político. Yo, Kerensky, creó que los delincuentes llamados políticos deben ser constreñidos hasta volverlos inofensivos, porque el delito político tiene como agravante que el delincuente no solo asesina, secuestra y extorsiona, sino que, además, quiere implantar en Colombia una abominable tiranía y una ideología marxista-leninista caduca, que por su propia podredumbre se ha derrumbado sola en los más importantes países comunistas”.“Nadie ignora que para la guerrilla marxista-leninista el diálogo significa la rendición incondicional del Estado democrático, la eliminación de las libertades y la supresión de la propiedad privada. Debe aclararse que el derecho a la propiedad privada es sinónimo de libertad, pues sin este derecho los ciudadanos se convertirían en obsecuentes funcionarios de un Estado omnipotente”.“El comunismo armado en Colombia le está dando zarpazos de oso soviético a la clase política y busca, con las armas en la mano, arrebatarle con fiereza sus electorados. No es misterio para nadie que la precaria tregua solo ha servido para que los comunistas refuercen su armamento en forma inusitada. Y entonces, cabe preguntarse si puede haber elecciones puras y libres cuando votantes desarmados tiene que enfrentarse con cuadrillas de fusileros comunistas”.Ultimátum: “En Colombia quienes no desean la paz son los guerrilleros. En primer término, porque ellos quieren el poder”.