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Guerrero, ¿rajado?

¿Se merece el alcalde Rodrigo Guerrero la rajada que se acaba de...

2 de noviembre de 2014 Por: Gustavo Gómez Córdoba

¿Se merece el alcalde Rodrigo Guerrero la rajada que se acaba de pegar en la encuesta de Cifras & Conceptos? No hay un solo indicador que supere hoy la percepción que tenía la gente de su administración a finales de 2012. Del 44 por ciento de los caleños satisfechos con la política educativa no quedan más que veinte de cada cien. Cuarenta por ciento estaba satisfecho con la atención en salud y ahora menos de la mitad se siente protegido. Índices como los de vivienda llegaron {a registrar aprobación del 32 por ciento y ahora arrojan un lánguido 15 por ciento y la seguridad, a la que muchos atribuyen parte de la insatisfacción, solo logra una opinión positiva del 13 por ciento de los caleños.Una mirada a las cifras de este último apartado arroja índices que no se compadecen con la sensación de inseguridad. La Policía Metropolitana ha demostrado efectividad en el combate a delitos como el homicidio, que se redujo en el último año en un 26 por ciento. Dígase lo mismo del secuestro, que bajó un 33 por ciento, y del hurto a personas, que registraba 8.664 casos en 2014 y actualmente no llega a los 8.050 episodios. Súmese a eso que la policía designó para Cali a uno de sus mejores oficiales, el general Hoover Penilla, miembro de una nueva generación de policías obsesionados con la efectividad.Guerrero también hace la tarea. El municipio saneó sus finanzas, que han pasado de 100 mil a 450 mil millones, de un año a otro, en materia de inversión. Balance que seguramente brillaría, si no viniéramos de necesidades acumuladas durante veinte años de desgreño. Fue Guerrero el artífice del fin de la Unidad Temporal Servicios de Impuestos de Cali (Sicali), engendro al que durante la alcaldía de Apolinar Salcedo se le entregó el manejo del dinero de los contribuyentes y, en cerca de dos años y medio, no se han presentado grandes escándalos de corrupción.Los caleños, acostumbrados a vivir sin gobierno, desconfían, quizás porque, como Santos, Guerrero tiene dificultades al hacer públicos los resultados. Santos falla en la tarea de comunicar, gastándose montañas de dinero, y Guerrero, en cambio, no convierte la plata de la gente en pauta. En su último año de gobierno, Jorge Iván Ospina gastó 15 mil millones en publicidad, mientras que el actual alcalde, en sus dos primeros años de gestión, apenas destinó al autobombo 3.500 millones.La gente tuvo el año pasado varias actividades positivas vinculadas a Cali, como los Juegos Mundiales o la Cumbre de la Alianza del Pacífico. Eventos de ese calado no se han visto en los últimos meses y eso influye en la respuesta poco positiva a las encuestas. Ni hablar de factores negativos vinculados a la situación social de la ciudad: el desplazamiento (fruto de la violencia en el suroccidente del país), la guerra de mafias en los barrios populares, la oleada de casos de fleteo, el regreso de antiguos delincuentes que cumplían penas en el exterior y están ávidos de recuperar sus bienes y, además, el hecho de que buena parte de los problemas de Buenaventura (así como del norte y centro del Valle) se resuelven a plomo en las calles de Cali.La defensa de Guerrero no es el objetivo de esta columna, pero no lo es tampoco la destrucción de un alcalde que persiste en hacer las cosas con rectitud en medio de los vientos cruzados que azotan a Cali y al Valle del Cauca.Ultimátum: Angelino Garzón tiene 52 por ciento de popularidad en el país, es el segundo candidato en intención de voto en Bogotá y el primero en Cali. Además, quiere ser presidente.