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¿Realmente le importa a alguien en las regiones que quien lo amenaza y exprime pertenezca o no a la subversión? ¿Hay que darles las gracias a los señores funcionarios de Bogotá porque el que roba y asesina ya no es un guerrillero sino un delincuente común?

19 de agosto de 2018 Por: Gustavo Gómez Córdoba

Entrará a la antología de la candidez audiovisual la imagen de los altos oficiales de la Policía acompañando al presidente Duque y al ministro Botero, cuando anuncian que la autoridad en Colombia se ampara en campañas tan obvias como “El que la hace, la paga” para hacer lo que naturalmente le corresponde.

Campaña que bien podría acompañarse de otras para armar un paquete de perogrullo, tipo “La Dian te cobrará lo justo”, “El que estudia en el Sena, aprende” o “Vicepresidencia: comprometidos con reemplazar al presidente en sus faltas temporales o absolutas”.

Si se me permite una frivolidad, sugiero abrir Google y digitar “el que la hace, la paga”. Digamos que usted no se fija en la bachata que interpretan con ese nombre los Rivera (Johnny y su hijo Andy) y que prefiere ir directo a la siguiente entrada destacada.

Encontrará el título que escogió para una de sus columnas el periodista Daniel Coronell, hace cosa de tres meses, y en la que revela cómo la Corte Suprema de Justicia tiene grabaciones y documentos que probarían que Álvaro Uribe estaría presionando a un testigo.

Coronell recuerda que la oración se ha convertido en un aburrido estribillo de Iván Duque. Interesante círculo vicioso en el que el Presidente-pupilo adopta una frase de cajón que retoma el más contundente de los críticos de su mentor y, una vez posesionado, aquel la reencacucha con carácter oficial.

Quizás el Presidente y sus generales encuentren pistas para su tarea en las letras de los Rivera. Ellos cantan que “de hoy en adelante, si me puedes perdonar, te doy las claves de mis redes y te doy mi celular/si tú vuelves conmigo, me acostaría a las ocho y no saldría con amigos”.

Se podrían extraer de allí valiosas lecciones de seguridad ciudadana: al entregar las claves se expone uno a delitos informáticos, no porte el celular en espacios públicos, no recorra hasta tarde las calles y limite las salidas con amigos a sitios de rumba, donde puede ser víctima de la escopolamina.

El candor de esta campaña y, en general de la Fuerza Pública (adormilada, burocratizada y desanimada), pone en evidencia que la autoridad se ejerce con titulares, eslóganes, cartillas, campañas y publicidad que funciona como placebo en las ciudades, olvidando lo que pasa en el país real.

Nos debemos dar por bien servidos porque la guerrilla de las Farc supuestamente desapareció, sabiendo que los espacios dejados en el ejercicio del delito ya los han ocupado otros 'emprendedores' que no pierden el tiempo haciendo política cuando pueden emplearlo en hacer fortunas.

¿Realmente le importa a alguien en las regiones que quien lo amenaza y exprime pertenezca o no a la subversión? ¿Hay que darles las gracias a los señores funcionarios de Bogotá porque el que roba y asesina ya no es un guerrillero sino un delincuente común? ¿Queda uno más tranquilo sabiendo que quien apunta con un arma no usa botas pantaneras?

Tremendo reto tiene por delante el presidente Duque. Pero no voy a dármelas de creativo. De la misma manera en que la Policía mucho avanzaría en su misión analizando bachatas, rescato el reto presidencial de la columna de Coronell: “La consigna representa (el) promocionado compromiso con la cultura de la legalidad. Quizás (al Presidente) le llegue la oportunidad de demostrar que no es solamente un eslogan”. Generales: acaten las palabras del Coronell.

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Ultimátum. Con el “Sisbén para ricos” el ministro Carrasquilla identificará a potentados que pueden pagar más impuestos. La próxima semana, ¡más cuentachistes!

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