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Episodio IAdvierte la columnista Paola Ochoa que las mujeres no deben seguir...

18 de diciembre de 2016 Por: Gustavo Gómez Córdoba

Episodio IAdvierte la columnista Paola Ochoa que las mujeres no deben seguir cayendo en la trampa de alimentar fantasías masculinas de sexo con niñas. Señala una serie de conductas que podrían estar incentivando en los hombres el gusto por las menores, y es un llamado de atención que vale la pena atender. Pero de ahí a creer que una mujer que se depila busca recrear en su intimidad el aspecto de una niña de once años, y que atrayendo al hombre con esta escasez capilar lo que hace es incentivar la pedofilia, entramos a los terrenos peligrosos del extremismo. Desde esta perspectiva, el título de la columna resulta muy apropiado: paranoia. ***Episodio IILa periodista de Karla Arcila levantó polvareda al preguntarle en la rueda de prensa del Nobel a Juan Manuel Santos qué opinaba sobre quienes aseguraban que el premio se había logrado con mediación de intereses petroleros. El Presidente se molestó. Mucha gente se indignó. En un principio se comentó sobre la descortesía de la periodista, pero el examen de los audios y el cruce de informaciones dejó en claro que preguntó con respeto, que interpretaba en su genuina inquietud a otros colegas y que el propio Santos había puesto el tema sobre el tapete en entrevista previa con Al Jazeera. Si el periodismo esconde bajo el tapete preguntas para no incomodar, no es periodismo. Recuérdese que fue la misma periodista que ‘incomodó’ al comisionado Sergio Jaramillo con una pregunta sobre la devolución de los menores reclutados por la guerrilla. A ella y a otros colegas que trataban de explicarle el porqué de la pregunta, el Presidente les jaló las orejas “como periodista” y les pidió aplicar filtros (¿filtros?). Se les recuerda a todos los políticos en ejercicio, sean presidentes o concejales, que mientras estén en el servicio público no son periodistas. Pueden tener un Nobel en la mano o una ceja alborotada por sus delirios de persecución, pero no son periodistas. Quizás vuelvan a serlo al dejar sus cargos; quizás no. ***Episodio IIIDe la prensa se reclama mesura y verificación antes de informar. Pero, en actitud bastante exótica, la opinión pública madrugó la semana pasada a reclamar de los medios el nombre del violador y asesino de la pequeña Yuliana Samboní. ¿Al fin qué, quieren mesura o sangre exprés? Lo que sí debe cuestionarse es el hecho de no revelar el nombre del entonces presunto delincuente, pero acompañar cada frase con el recordatorio de que hacía parte de una familia prestigiosa, como dando la impresión de que tal calidad social le garantizaba privilegios.***Episodio IVSi los medios informaron que Dora Lilia Gálvez había sido violada de manera brutal, no fue por gusto o creatividad. Hubo confianza en el dictamen médico inicial, posteriormente desvirtuado por Medicina Legal. Triste espectáculo dieron algunos, condenando a sus colegas y olvidándose que derivan su notoriedad precisamente del espacio que tienen en esos medios que tanto los avergüenzan cuando da puntos frente al público. El periodismo no está exento del error. Y, a menos que haya dolo de por medio, hay que entenderlo antes de prender la tea y salir a quemar a la criatura de Víctor Frankenstein en el bosque. ***Ultimátum. Despedir a un profesor siempre resulta triste. Aunque no tanto como verlo en redes recurriendo a palabras grotescas, preñadas de ordinariez, para opinar sobre lo que no le gusta. Y alimentando el morbo de la galería.Sigue en Twitter @gusgomez1701