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40 mil millones para apuntalar las ambiciones de Gaviria, inflar el ego de Cristo o meterle energía a la campaña de De la Calle. 45 mil millones para confirmar que Peñalosa no es el favorito de los bogotanos. 40 mil millones para evitar media docena de corridas de toros en La Santamaría. ¡País de ricos!

29 de octubre de 2017 Por: Gustavo Gómez Córdoba

“Óscar Iván lo tenía todo fríamente calculado”. Sorprende la candidez de algunos, convencidos de que Óscar Iván Zuluaga se iba a tomar su tiempo para repensar la candidatura. ¿Olvidaron que casi fue presidente, con una votación de siete millones? ¿Y que lo que está pasando en el Consejo Nacional Electoral se sabe en los partidos antes que en el mismo CNE? ¿O que Zuluaga es parte del corazón de Uribe, encartado con un rebaño de ovejas que poco marcan en encuestas? ¡Claro que lo tenía todo medido y calculado! Pero también sus enemigos, que le descargarán una artillería de denuncias que Zuluaga dice no temer (así como un par de misiles de José Obdulio). ¿Le será desleal Uribe a Zuluaga (como a Francisco Santos en su momento) o se la jugará con él?

“En los procesos penales casi nunca hay prueba reina”. Base de una nueva teoría jurídica que está haciendo carrera de la mano del exmagistrado de la Corte Constitucional Jaime Araujo. Peligroso desbarrancadero legal que augura el desastre: como los delincuentes son tan astutos para disimular sus actividades, y no es posible lograr material sólido y contundente, la actuación (y decisión) de las autoridades puede ampararse con seguridad en los indicios razonables. Un país que soluciona las crisis carcelarias liberando hampones, y en el que la inocencia se logra por caducidad o prescripción, se prepara para un nuevo estadio de la modernidad jurídica: condenas por pistas.

“Estoy amnistiado y no hay manera de que pruebes que soy asesino”. La soberbia, en concurso espontáneo con la impunidad, es mala consejera. La frase de alias ‘Jesús Santrich’ (en expedientes figura como Seusis Pausias Hernández) lo ubica con su propia lengua en la lista de quienes no niegan el crimen como instrumento de “cambio social” y flotan con su ego sobre los delitos de lesa humanidad. Otra cosa es que el blindaje de la amnistía sea lo suficientemente fuerte para resistir los tiros de cauchera de los magistrados de la Justicia Especial para la Paz. Lo que hay en un nombre, como decía Pangloss: letras para armar un par de sonoros ‘iueseis’ en Seusis Pausias.

“No es por asustarlos”. Sebastián González @Bastian370 trinó que, sin ánimo de asustar, se permitía recodar en Twitter el número de letras en Germán (6), Vargas (6) y Lleras (6). A mediados de los años 70 el mundo conoció ‘The Omen’ (La profecía), película sobre la crianza del vástago de Satanás, Damien, en el seno de una familia que lo adopta luego de perder a un hijo. En la tercera parte de la saga, Damien es ahora un adulto que lo hace todo por cumplir un objetivo: ser presidente de los Estados Unidos. Repito: de los Estados Unidos. Detalle: Donald, como Germán, también tiene seis letras.

“El costo de la democracia”. 40 mil millones para apuntalar las ambiciones de Gaviria, inflar el ego de Cristo o meterle energía a la campaña de De la Calle. 45 mil millones para confirmar que Peñalosa no es el favorito de los bogotanos. 40 mil millones para evitar media docena de corridas de toros en La Santamaría. ¡País de ricos!

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Ultimátum.
Los delirios colectivos que corren por las redes como llamas en refinería, gradúan de abusadores sexuales a galanes baratos, piropeadores de esquina y oficinistas seductores. En cualquier escenario, laboral o no, los seres humanos merecen respeto y es inadmisible presionar, fustigar y acorralar a alguien. Pero mucho va de una conducta de mal gusto y machista a un abuso sexual. Castigo para los verdaderos acosadores y mesura para la horda de redes.

Sigue en Twitter @gusgomez1701