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Cinco rollos

Santos visita Paraguachón. Sus habitantes han visto de todo en esta vida,...

20 de septiembre de 2015 Por: Gustavo Gómez Córdoba

Santos visita Paraguachón. Sus habitantes han visto de todo en esta vida, menos presidentes. Apurando el paso, y rodeado de reporteros, se acerca a los militares venezolanos. Le extiende la mano a un soldado que prefiere seguir aferrado al fusil. Santos le da una amistosa palmada en el hombro. Detrás de él, uno acepta el saludo y, luego, otro más. Un gesto en apariencia intrascendente, pero de profundo significado. Así lo entiende Maduro. Horas más tarde amplía el estado de excepción a otros diez municipios y dispone presencia adicional de militares. Dos presidentes: uno gentil y otro fronterizo.***Maduro y Correa, que se aferran al poder para “salvar” a Latinoamérica de las tiranías, coinciden en aplicarle a Colombia un torniquete, metáfora del odioso mecanismo de control repleto de barras. Deberían usarlo en su otra acepción: instrumento para frenar la hemorragia de sus maltrechas democracias. Santos acepta reunirse con el padre del torniquete en casa del primer usuario de la ignominiosa herramienta. ***Comenta el ministro Cristo en Hora 20 el acto legislativo para la paz. Lo debaten; lo desmenuzan. Llaman a Iván Cepeda, quien no oculta la indiferencia que le produce el hecho de que no cuente con el visto bueno de la mesa de negociaciones. Hay cruce de bayonetas con la senadora Claudia López, quien, para molestia de Cepeda, le recuerda que a ella la eligieron los colombianos y no la guerrilla. Que su deber como congresista es tener listos mecanismos de implementación de la paz, se usen o no; gusten o mortifiquen a los negociadores de las Farc. Cepeda riposta. López devuelve atenciones. Diana Calderón interviene. El programa avanza. La paz, ojalá, también.***El fiscal sigue sin entender que los dineros que prodiga, contratando a expertos de dudosa reputación, encopetados juristas, hijos de expresidentes y afortunados periodistas, no son de él, sino de todos. El artículo 137 de la Constitución, que lo obliga a dar explicaciones en el Congreso, le parece un formulismo. El otrora admirado jurista es generoso dispensador de billetes. Solo a la encopetada austriaca de balso, la premia con dineros que superan en mil millones toda la contratación que hace el Congreso en un semestre. Cada día Montealegre se parece más a esa Morelli que señalaba con indignación. Lo que hace no tiene nombre; los periodistas que lo cuestionan sí tienen nombre. Hasta dos nombres, y el fiscal, como J. Edgar Hoover, domina bien esos detalles íntimos.***A través del chat de prensa de la Fiscalía los periodistas se enteran de una imputación por interrupción de embarazo. Lo protagoniza una actriz. Se le vulnera la intimidad y se le hace daño a su familia. La Fiscalía le muestra los dientes a una ciudadana tratada como delincuente. Mientras, ha gastado miles de millones para configurar casos que nunca se seguirán contra la guerrilla. No repara en los abortos obligados y ultrajantes a los que son sometidas las mujeres en los campamentos de la subversión. No. Las tenazas las reserva para el cuello de Sabino. Representa ella, como en el mito, un nuevo rapto de las sabinas, a las que se les trata como mercancía. Se las humilla y se comercia en escenario público con su reputación. Así se edificó la poderosa Roma que más tarde se desmoronaría.@gusgomez1701