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El sentido de la guerra contra las drogas puede parecer claro pero...

14 de abril de 2012 Por: Gustavo Duncan

El sentido de la guerra contra las drogas puede parecer claro pero esconde enormes variaciones sobre las preocupaciones y propósitos de las partes involucradas. La preocupación planteada por Estados Unidos es el riesgo para la salud de sus ciudadanos y su propósito es destruir todas las organizaciones narcotraficantes. Para Colombia las preocupaciones son un poco distintas así sus objetivos sean los mismos. La salud de los consumidores de drogas no es tan prioritaria como los efectos en la seguridad y en la corrupción de la democracia. De hecho, la preocupación de los países productores se refleja ahora en el carácter de ‘guerra contra el narcoterrorismo’ que ha adquirido el asunto en el escenario internacional.Sin embargo, las preocupaciones son más complejas que la neutralización de efectos negativos tan escuetos como el terrorismo y la corrupción. Para muchos sectores políticos la cuestión está en cómo mantener e incrementar su poder con toda la inyección de capital y violencia que trajo la guerra. Para las elites de la economía informal lo importante es cómo mantener su acceso a capitales al margen de la represión contra los narcotraficantes. Y para la población local sus derechos de participación política pueden tornarse irrelevantes frente al apremio de sobrevivir en medio de una violencia generalizada.Si de acuerdo a las características de cada actor y a cómo evoluciona su situación en la guerra se definen sus preocupaciones y sus propósitos, ¿cuál es en realidad el sentido de la guerra contra las drogas en Colombia? Mi argumento es que el asunto hace rato rebasó el tema de terrorismo y corrupción, y se enfrascó en la definición del sistema político y de la estructura del orden social. Es ésta la preocupación principal, de manera explícita e implícita, tanto de sectores legales como de criminales y de sectores comprometidos de un modo u otro con la criminalidad.Los efectos más obvios en la democracia se centran en la distorsión de las preferencias de los ciudadanos por la capacidad que tienen las mafias de financiar candidatos y amenazar contradictores. Pero poco se ha discutido cómo mediante procedimientos democráticos se expresan las preferencias de amplios sectores relacionadas con el narcotráfico. ¿Acaso los votantes que encuentran en la narcopolítica su acceso a bienes y servicios básicos no están eligiendo una opción de poder político y de orden acorde a sus intereses? ¿Es la elección de los narcopolíticos una distorsión de la democracia? O, ¿es una expresión de las preferencias de amplias capas de la población sobre su inclusión en el mercado y sobre condiciones mínimas de seguridad dadas sus restricciones estructurales para acceder a ingresos y protección por otros medios?Cuando se reprime a las organizaciones narcotraficantes se están implícitamente reprimiendo las preferencias de estas capas de la población. Así mafiosos y narcopolíticos sean contrarios a una verdadera modernización de la sociedad ofrecen alternativas de órdenes coherentes en muchos contextos sociales. Puede no ser una situación ideal pero al menos es una salida para sus preocupaciones inmediatas. Y estas preocupaciones son más importantes para ellos que las preocupaciones oficiales de la guerra contra las drogas. Por algo los narcopolíticos continúan ganando elecciones y al Estado no se le ocurre abolir la democracia para ganar la guerra.