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Partidos y políticos

Nada más diciente de la realidad política que la U, el principal partido del país, vaya a ir a las próximas elecciones sin candidato propio. En efecto, el partido de la U, la principal fuerza en el congreso y fábrica de votos, está a punto de renunciar a tener candidato presidencial con el retiro de Roy Barreras.

28 de julio de 2017 Por: Gustavo Duncan

Nada más diciente de la realidad política que la U, el principal partido del país, vaya a ir a las próximas elecciones sin candidato propio. En efecto, el partido de la U, la principal fuerza en el congreso y fábrica de votos, está a punto de renunciar a tener candidato presidencial con el retiro de Roy Barreras. Todo indica que la apuesta será por alguien de otro partido.

Lo irónico es que la ausencia de un candidato presidencial no constituye una crisis para el partido. Es, por el contrario, parte misma de la lógica cómo funciona. La U se creó como un partido que aglutinaba una coalición de políticos disidentes de los dos partidos tradicionales, principalmente liberales, con el propósito de respaldar el gobierno de Álvaro Uribe.

Era la formalización de una situación de hecho. En las elecciones de 2002 los políticos profesionales tenían un peso propio, en votos, recursos y movilización así fuera a través del clientelismo, que no se correspondía con el peso de sus jefes partidistas. El desencanto era apenas natural. Entonces apareció Uribe con una popularidad por las nubes y los alineó. Consolidó su llegada al poder con toda una serie de políticos profesionales que respaldaban sus campañas y su agenda de gobierno. Fue así que los liberales abandonaron las naves de un Serpa que fue barrido en la primera vuelta y los conservadores las naves de un Pastrana que había sido un pusilánime en el manejo del proceso con las Farc durante su presidencia.

Los políticos se unieron alrededor de una figura y un gobierno fuerte. Sin embargo, las bases de la alianza para la formación de la U no estaban sujetas tanto a una agenda ideológica como al hecho que los políticos se sentían en condiciones de negociar con el presidente en términos diferentes a cómo ocurría con los partidos tradicionales. Era una negociación principalmente instrumental, en que el presidente reclamaba el respaldo en votos contantes y sonantes para sus candidatos y su agenda legislativa a cambio de cargos y presupuesto público. La prueba es que cuando Uribe eligió a Santos como su sucesor y luego encabezó la oposición más feroz al nuevo gobierno, la U escogió sin mayor debate ni disidencias irse con Santos. Lo que primaba era la chequera presidencial.

Uribe, de lejos el líder político con mayor capacidad de movilización del país, tuvo entonces que crear un nuevo partido, el Centro Democrático. Ahora sí compuesto en su gran mayoría por figuras sin mayor vida política propia pero leales a su proyecto. En una elección sin el respaldo de Uribe casi todos se ahogarían como un enfermo en coma profundo al que le quitan el respirador artificial. Pero como se trata solo de hacer oposición, con ellos ha podido sacar adelante una agenda antigobiernista muy exitosa.

Ahora bien, si algo necesita la coalición de políticos adscritos a la U es garantizar la continuidad de su relación con la chequera presidencial. Por eso en los meses siguientes las movidas de partidos y políticos estará en torno a cómo se prepara la U para aterrizar en una campaña presidencial ajena y, en caso de elegir un candidato perdedor, en cómo aterrizar en la coalición de gobierno.

Lo normal es que la U ajuste poco a poco su discurso contra los acuerdos de paz para poder irse con Vargas Lleras. Incluso, nada de raro sería que si gana el candidato de Uribe el partido regrese a las huestes de su creador original.

Sigue en Twitter @gusduncan