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Otro no retorno

Lo de esta semana en Venezuela es el paso a otro punto de no retorno. La oposición a Maduro se jugó una carta irreversible.

3 de mayo de 2019 Por: Gustavo Duncan

Lo de esta semana en Venezuela es el paso a otro punto de no retorno. La oposición a Maduro se jugó una carta irreversible. Hasta ahora era una oposición reprimida pero legal. Con el intento de derrocamiento del martes pasa a ser una oposición reprimida e ilegal.

Como siempre saber qué va a pasar es oficio de adivinos. Pero al menos varios puntos comienzan a quedar claros con la nueva situación. El primero es que Maduro tiene que apretar otra vuelta de tuerca para evitar nuevos intentos como los del martes. Lo que implica neutralizar el acceso de la oposición a los medios de comunicación, en particular a las redes sociales, capturar a quienes lideraron el intento de derrocamiento, tanto civiles como militares, y purgar cualquier potencial disidencia en las fuerzas armadas.

El segundo punto es que el nuevo apretón a la represión tiene que hacerse con bisturí y guantes de cirugía. Cualquier exceso injustificado puede llevar a una intervención militar de Estados Unidos que despejaría la ecuación del chavismo. La sola amenaza creíble que su poderío aéreo y tecnológico va a materializarse en un ataque a quienes se mantengan leales a Maduro, llevaría a una deserción en cascada de los militares venezolanos.

Hasta el viernes las últimas declaraciones de Trump eran que en los próximos días “muchas cosas van a suceder en Venezuela”. No se sabe si es puro bluf y se trate de endurecer sanciones económicas y políticas o si en verdad va a proceder militarmente. Dicen, también, que fueron los rusos quienes convencieron a Maduro de no entregar el poder. En el juego político los rusos tienen dos asuntos de interés que resolver.

Por un lado, están todas sus inversiones y créditos hechos en Venezuela que se perderían, así como los negocios particulares de los amigos millonarios de Putin. A algún arreglo hay que llegar para que Estados Unidos pueda intervenir sin poner en riesgo el capital en juego de los rusos. Por el otro lado están todas las posibilidades de pedir concesiones a la hora de intervenir en Ucrania y el Cáucaso dentro de los planes de Putin de hacer ‘Rusia great again’. De hecho, ya se sabe que Trump y Putin tuvieron una larga conversación telefónica.

El tercero es que al final la suerte de Maduro está en manos de los militares. Si en un momento dado la presión los lleva a desertar en cascada más les vale a él y a Diosdado tomar lo más rápido posible un avión a Cuba, Nicaragua y Rusia y vaciar sus cuentas bancarias. Esta presión proviene de la capacidad de Guaidó de movilizar la sociedad y la comunidad internacional para forzar una intervención militar de Estados Unidos. Por eso es que al día de hoy constituye un riesgo enorme para Maduro capturar y encarcelar a Guaidó.

Sería un pretexto perfecto para al menos asomarle un portaviones frente a la costa venezolana. Un lujo que Maduro no se puede dar porque el respaldo de los militares no pareciera llegar más allá de la primera bomba. Como demostró el atentado con el dron explosivo nadie está dispuesto a morir por él. De hecho, lo que parece ocurrir es que la lealtad de los militares está basada fundamentalmente en la vigilancia de los servicios de inteligencia cubanos y en el involucramiento de varios generales en el narcotráfico. Si cae Maduro ahí derecho caen ellos.

Al final de cuentas, son Estados Unidos y los militares quienes tienen la llave para definir el nuevo punto de no retorno.

Sigue en Twitter @gusduncan