El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Nuevas movidas

No es extraño que ahora la coalición política de centro y de derecha gire en torno a políticos menos vinculados directamente al uribismo

19 de febrero de 2021 Por: Vicky Perea García

Nuevas movidas señalan hacia dónde se dirigen las coaliciones y el debate para las elecciones de 2022. En particular, comienza a perfilarse cómo va a definirse el candidato del centro hacia la derecha y los desafíos que tendrá que afrontar en la elaboración de su discurso.

En la elección de 2018 la ascendencia de Uribe era incuestionable. Acababa de ganar el plebiscito por la paz, el gobierno de Santos, su principal opositor, acababa muy desprestigiado y nadie del centro hacia la derecha podía cuestionar su liderazgo. Era claro que en sus manos estaba la decisión de quién iba a ser el próximo presidente y podía darse el lujo de proponerlo desde su propio partido aunque fuera una figura relativamente desconocida como lo era Iván Duque.

Hoy no es más así. Hay un desgaste innegable del gobierno. Duque no ha sido precisamente un presidente popular. El país adolece de falta de liderazgo y la opinión pública castiga en las encuestas su pobre carisma.
Quizá con la gestión del Covid-19 y una eventual reactivación de la economía logre destacarse en el último trecho de su mandato, pero difícilmente le alcanzará para dejar como legado el suficiente respaldo popular a candidato propio. Tampoco ha estado entre los planes de Duque organizar un proyecto de largo plazo adentro del uribismo para darle continuidad política a su mandato. Pareciera estar muy conforme con su cargo futuro de expresidente y no más que eso.

También hay desgaste en la imagen del propio Uribe. Tanto tiempo llevando el liderazgo y la vocería de un sector importante de la política colombiana agota. Muchos errores y episodios del pasado comienzan a pasar factura. Y, si bien la historia debe reconocerle que lideró la recuperación del monopolio de la fuerza por el estado con la desmovilización de las AUC y la derrota estratégica de las Farc, las nuevas generaciones sienten que ese tipo de amenazas son asunto más del pasado y otro tipo de expectativas son más importantes. La garantía de derechos y el respeto a la diversidad hacen mella en un líder que puede ser visto como muy conservador, atado al pasado.

La coyuntura, además, es complicada para Uribe. La JEP hizo una fuerte imputación a las Farc por el secuestro. Sin embargo, los líderes de las Farc ya desmovilizados tuvieron la sensatez de aceptar los cargos pese a que en la práctica significa reconocerse como criminales de guerra. Lo que tiene enormes implicaciones políticas porque el debate sería muy distinto si las exFarc negaran sus crímenes, un pretexto perfecto para justificar el discurso de la paz como una entrega del país a la guerrilla.
Peor aún para el discurso de la derecha, la JEP va a tomar decisiones acerca de los falsos positivos, un tema en que Uribe va a quedar expuesto a la defensiva y que, a diferencia de las Farc no puede aceptar responsabilidades por los costos políticos que implicaría para todo su movimiento y sus posibles candidatos.

Por eso, no es extraño que ahora la coalición política de centro y de derecha gire en torno a políticos menos vinculados directamente al uribismo. Ya las reuniones vienen dándose. Alex Char, Fico Gutiérrez, Peñaloza, entre otros, son políticos cómodos para el establecimiento, que se han dado a conocer por sus mandatos locales y no están cuestionados directamente por el pasado tormentoso del conflicto.

Para Uribe es la forma de garantizar un mínimo de continuidad en el 2022.

Sigue en Twitter @gusduncan