El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

No todo vale

A fuerza de leguleyadas quieren evitar que Petro pueda hacer política. Pero no hacen más que contribuir a darle validez al argumento de una persecución política de la oligarquía en su contra.

22 de febrero de 2019 Por: Gustavo Duncan

A fuerza de leguleyadas quieren evitar que Petro pueda hacer política. Pero no hacen más que contribuir a darle validez al argumento de una persecución política de la oligarquía en su contra. Si se trata de atribuir inhabilidades, negar la personería jurídica o atribuir deudas multimillonarias por mala gestión o por equivocaciones en la gestión pública, el grueso de la clase política no podría acercarse a las urnas.

Petro, hay que reconocerlo, es una figura de primer orden en el espectro político. Como tal, merece un espacio en la contienda electoral y en caso de ganar merece gobernar o acceder a los cargos públicos, siempre y cuando respete las normas de la democracia.

No todo vale. Con lo que quieren sacarlo del juego electoral no da para que en el ambiente de la opinión pública y para el grueso de sus seguidores quede la sensación a algo distinto de que se están estirando las leyes para quitarse a un rival de encima. La experiencia muestra, además, que el efecto puede ser diametralmente opuesto. Cuando el procurador Ordóñez quiso despojar a Petro de su cargo de alcalde de Bogotá, en vez de acabarlo lo resucitó políticamente. El debate sobre su pésima gestión quedó en un segundo plano. Lo que primó fue el debate sobre el derecho a gobernar que tenía Petro y la arbitrariedad de Ordóñez.

Los medios para derrotar a Petro están en la propia democracia. Es mediante las campañas políticas, la denuncia de sus malas actuaciones, la publicidad y las votaciones que se puede impedir que llegue al poder. Por ejemplo, el video donde aparece recibiendo varios millones en efectivo y los empaca en una bolsa es un motivo verdaderamente relevante para cuestionar su ética. Puede que incluso no hubiera ningún delito en el acto pero el video sí es una demostración de la distancia que hay entre lo que Petro pregona y lo que realmente practica.

Hay una buena razón para evitar que Petro llegue a la presidencia y que lleva a algunos a considerar legítimo que se estiren las leyes para atajarlo: tiene demasiadas posturas ambiguas sobre las instituciones de la democracia. Existe el riesgo de que utilice la democracia para instalarse en el poder y desde allí acabarla o al menos restringirla. No sería nada nuevo. Casos similares en el Continente abundan.

La última de estas posturas, la de sus explicaciones y posiciones de la crisis venezolana, confirman las intenciones políticas de Petro. Para él no hubo ningún problema con los cambios introducidos por Chávez, de hecho afirmó en una entrevista que Chávez era un demócrata. El problema fue el petróleo que llevó, en términos abstractos, a un régimen de corrupción y de destrucción ambiental. En ningún momento hay una crítica a cómo el chavismo excluyó a la oposición de la participación democrática, a la apropiación de los recursos públicos a niveles escandalosos aun para América Latina o a que la expropiación arbitraria de las empresas fuera la causa de la destrucción del aparato productivo de Venezuela.

El mensaje pareciera ser que Petro pretende hacer lo mismo -concentrar las instituciones democráticas en su poder e incrementar la participación del Estado en la economía- pero con la esperanza de resultados distintos porque lo haría sin depender del petróleo y por su integridad moral a diferencia de los chavistas.

Nada más peligroso para la democracia pero solo con la democracia se debe evitar que llegue al poder.

Sigue en Twitter @gusduncan