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No es Noemí

Es inadecuada la comparación de Marta Lucía Ramírez con Noemí Sanín. El...

1 de febrero de 2014 Por: Gustavo Duncan

Es inadecuada la comparación de Marta Lucía Ramírez con Noemí Sanín. El papel que cumplió Noemí en la pasada campaña presidencial no encaja con el papel que juega hoy Ramírez. Cuando Noemí derrotó a Andrés Felipe Arias aglutinó los votos en contra de él, no los votos a favor de ella. Tanto santistas como antiuribistas votaron para frenar las aspiraciones electorales de él que sin duda era el candidato que Uribe prefería para sucederlo. Este no es el caso de Ramírez en la convención conservadora. A ella la eligieron como una reacción contra los grandes electores del partido.Las bases conservadoras dejaron un mensaje muy claro. El hecho que el sector del partido con mayor representación en el legislativo hiciera parte de la unidad nacional no significa que exista afinidad ideológica y respaldo a los resultados del gobierno Santos. Mucho menos que implique una renuncia a las aspiraciones presidenciales del partido.No pareciera además que la elección de Marta Lucia Ramírez conlleve un desinfle en las votaciones presidenciales como sucedió con Noemí. Hasta el momento no existe y no se avizora ningún otro candidato de derecha que demuestre tener mejores opciones. Más aún el candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, no pareciera ser competencia para ella.De hecho, si alguien es la Noemí de esta historia es Óscar Iván Zuluaga. Él fue elegido para atajar las aspiraciones de Pachito Santos, quien vendría a ser el Andrés Felipe Arias, y ahora va ser absorbido por Marta Lucía Ramírez, quien vendría a ser el Juan Manuel Santos, el candidato final de la derecha y por consiguiente del uribismo.En realidad estas son comparaciones forzadas. Lo que está sucediendo en esta campaña es muy distinto a lo sucedido en la pasada. Se trata de la selección de un candidato de oposición en medio de un contexto desfavorable. No es la selección de quien puede reemplazar al presidente y jugar con la ventaja del respaldo de un gobierno con alta aceptación popular. El papel de Ramírez es el de aglutinar todas las fuerzas políticas a la derecha de Santos y demostrar que son la segunda fuerza política del país. Eso es lo que se espera de ella. Si gana la Presidencia sería una heroína.La incomprensión de lo anterior se debe en el fondo a que los analistas se resisten aceptar que en la política colombiana la lógica del funcionamiento de los partidos pasa inevitablemente por la lógica de la distribución de recursos desde el Ejecutivo. Los partidos no dependen solo de su coherencia ideológica sino de tener representación en las instituciones del estado, es decir de la mermelada.Pero esta lógica varía mucho de acuerdo al tipo de elecciones. Si se trata de una elección para el Congreso la mermelada funciona. Para una elección presidencial su utilidad es limitada. En otras palabras, aunque la mermelada no es muy útil para ser presidente sí es muy efectiva para gobernar. Un candidato puede llegar a la Presidencia sin fuerza en el Legislativo y luego con los recursos del Estado aglutinar a un sector de la clase política en el congreso como si fuera su propio partido.La incoherencia entre la ideología del partido y el comportamiento de su aparato legislativo es solo el reflejo de las diferencias entre las agendas nacionales y locales que se manejan en su interior. Los problemas que resuelve un congresista no son los mismos que resuelve un presidente.