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Nace un monstruo

Lo logrado en el Giro ha sido de lejos la exhibición más...

7 de junio de 2014 Por: Gustavo Duncan

Lo logrado en el Giro ha sido de lejos la exhibición más importante del ciclismo colombiano en su historia. Se arrasó con la segunda gran vuelta por etapas. Primero y segundo, cuatro etapas y la montaña están en una escala superior al triunfo de Lucho en la Vuelta a España de 1987. Después de esto pareciera que sólo queda ganar el Tour de Francia.Sin embargo, hay algo más en el horizonte. Colombia está ante el nacimiento de un monstruo, de una leyenda de las grandes vueltas por etapas. Es el nacimiento, además, de un monstruo diferente. Merckx, Hinault e Induráin, los grandes vueltómanos de la historia, machacaban a sus rivales en el llano y luego resistían con los mejores en las subidas. Nairo Quintana, por el contrario, tiene una sola fortaleza: la montaña.Probablemente será el primer dominador de grandes vueltas que solo sea escalador. Ya antes Pantani, Delgado y Gaul, escaladores puros, ganaron grandes vueltas, incluido el Tour, pero Nairo no solo apunta a ganar dos o tres vueltas sino a tiranizar el ciclismo en los próximos años. Como bien dijo Eusebio Unzue, su director deportivo, “es un ciclista que va a marcar época”. Y lo hará en las vueltas de tres semanas.En el ciclismo de ruta hay distintos tipos de carreras. Están las clásicas de un día que elevan a la gloria a ciclistas potentes, capaces de atravesar adoquines construidos por los romanos hace dos milenios y de tomar por asalto cortas pero empinadas colinas durante más de 200 kilómetros.Están las vueltas de una semana y hasta dos semanas como la Dauphine Libere, la Volta a Cataluña y la Tirreno - Adriático, que son pequeños tours de Francia. Los vueltómanos suelen ganarlas pero también ciclistas de menor fondo que son capaces de aprovechar una emboscada o un día bueno para luego resistir el ataque de sus rivales durante unos pocos días.Y están las vueltas de tres semanas. Solo hay tres, el Tour, el Giro y la Vuelta a España, carreras centenarias diseñadas para coronar a los reyes de la agonía. Sólo pueden ganarlas quienes dominen maratónicas jornadas con varios premios de montaña y contrarrelojes de más de 50 kilómetros. El ganador es aquel que es capaz de prolongar su agonía dos o tres suspiros más que el resto. Es el grado cero de la selección natural.Lo que hace a Nairo más impresionante es su capacidad de burlar la agonía. Cuando todos están a punto de desfallecer, luego de casi seis horas atravesando cordilleras, el rostro de Nairo apenas trasluce un sentimiento. Pero ya todos en el pelotón saben de qué se trata. Es la expresión de un depredador impasible que espera que su presa se rinda a un destino ineludible, el de unas fuerzas que gota a gota se diluyen. Entonces Nairo se sacude sobre la bicicleta como un felino o un tiburón arrancando un bocado de un animal agónico.Esa es la naturaleza del monstruo que nació en el pasado Giro. Su cuerpo diminuto lo hace parecer vulnerable las primeras dos semanas. Uno se compadece al verlo cómo se exprime para no quedar cortado por los vientos de costado. Incluso los corredores más potentes se despachan varios minutos con él en las contrarrelojes. No importa. En la tercera semana, cuando las fuerzas hayan abandonado a los demás, Nairo habrá resucitado y como un vengador implacable vendrá a saldar cuentas con los poderosos.Como sostuve tiempo atrás: la humildad de Nairo no es real, es la soberbia de los más débiles.