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Memoria militar

Hay una realidad que a todas luces se revela mucho más compleja y que advierte que los militares no pudieron haber sido la caricatura creada por políticos y ONG.

19 de octubre de 2018 Por: Gustavo Duncan

En Colombia existe una visión llena de prejuicios sobre los militares. En gran parte fue el producto de cómo las élites políticas los relegaron a un papel secundario en el Estado. Luego del intento de Rojas Pinilla de quedarse en el poder, la clase política se aseguró que no le quitaran protagonismo cediendo autonomía a cambio de subordinación. Eso en tiempos en que muchos países del continente caían bajo sendas dictaduras militares.

Se creó así la idea de que los militares eran poco preparados, burdos y propensos a aplicar la fuerza sin mayor contención. Era la caricatura de un gorila encargado de mantener el orden, creada por los propios políticos que necesitaban de ese orden. También muchas ONG contribuyeron a fabricar la caricatura al mostrar a los militares como la máquina trituradora de carne de un Estado represivo. Los militares eran, según ellos, la fuerza bruta detrás del régimen, aunque al mismo tiempo se cuidaban de retratarla como una fuerza sumisa porque de otro modo no podían exigir responsabilidades a los civiles que dirigían el Estado.

Es cierto que las fuerzas militares cometieron muchos excesos en el contexto de la guerra. Los falsos positivos, por solo citar un caso, son inocultables. No obstante, hay una realidad que a todas luces se revela mucho más compleja y que advierte que los militares no pudieron haber sido la caricatura creada por políticos y ONG.

Se trató de una fuerza que tuvo que transformarse para afrontar la guerrilla comunista más poderosa del hemisferio, soportada en las rentas del narcotráfico. Debió, además, afrontar semejante desafío bajo la dirección de autoridades civiles y la presión de instancias internacionales que exigían que la tarea se hiciera modulando el uso de la fuerza, de manera que se redujeran las violaciones de derechos humanos y los vínculos con actores armados irregulares como paramilitares y narcotraficantes.

Poder obtener resultados más que positivos en la tarea de neutralizar guerrillas y carteles de la droga advierten que en las Fuerzas Militares tuvieron que existir mandos capaces que lideraron y transformaron la organización. Hasta ahora el país poco conoce a estos mandos y, sobre todo, cómo fue que lograron revertir la situación del conflicto en favor del Estado. Por eso, sobresale un libro escrito en 2014 por el general Carlos Ospina, ‘Los años en que Colombia recuperó la esperanza’, donde desde adentro de las Fuerzas Militares se entrega una versión de la guerra.

En el libro se encuentra uno con una explicación desde el punto de vista militar acerca de cómo las Farc lograron, a diferencia de las otras guerrillas, construir un ejército capaz de entablar combates abiertos, movilizar a la población cocalera en contra del Estado y dar un salto estratégico impresionante que obligó a cambiar toda la doctrina de las fuerzas militares.

También se encuentra con uno de los grandes problemas políticos en la guerra insurgente: cómo mantener el respaldo de la sociedad para que las ofensivas sean sostenidas indefinidamente. De hecho, una de las grandes soluciones de las Farc era esperar que las Fuerzas Militares por falta de apoyo y recursos se retiraran del campo de batalla a pesar de llevar la iniciativa estratégica.

El libro no es solo la demostración de que en las Fuerzas Militares había gente capaz sino que desde adentro es posible entregar una versión a la construcción de memoria.

Sigue en Twitter @gusduncan