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Lo urgente

Una propuesta inmediata puede ser que los manifestantes renuncien al uso de piedras, molotov o cualquier artefacto que provoque a la Fuerza Pública

7 de mayo de 2021 Por: Gustavo Duncan

El mensaje dado por la sociedad es contundente. Por más que intenten el gobierno y las élites desconocer el malestar social, las movilizaciones fueron tan masivas que algún tipo de negociación y concertación con la sociedad debe hacerse. Es cierto que sectores políticos, sindicales y la misma dirección del paro quieran aprovechar la situación para adelantar su agenda particular de una candidatura a futuro y el planteamiento de exigencias desorbitadas por su cantidad e inviabilidad financiera. Pero a la sociedad sí hay que darle una respuesta.

Una cosa es la organización del paro que es pequeña y poco representativa de la sociedad y otra cosa es la necesidad de resolver demandas sociales que no resisten más tiempo. La mayoría de la gente protestó por el hambre y la desesperación, no por grandes causas políticas. Y, en ese orden de ideas, la dirigencia nacional debe plantear un diálogo sobre cuántos recursos se necesitan para aliviar el hambre y la desesperación mientras se acaba la pandemia, sobre quiénes y en qué proporción debe caer la carga tributaria y cómo la nueva carga tributaria evita afectar la producción de riqueza (no es capricho, si la economía no crece no hay recursos para atender la crisis). Los mensajes que ha lanzado Bruce Mac Master, presidente de la Andi, sobre la voluntad del empresariado de tributar más y propiciar un diálogo social son muy positivos. Ojalá el gobierno acoja los mensajes.

Ahora bien, el diálogo social y las reformas que se hagan es un asunto que va a tomar tiempo, mínimo varios meses. De momento, lo urgente es parar la violencia. La situación está fuera de control. El vandalismo está desbordado y la Policía ha llegado un punto que no es capaz de contenerse en el uso de la fuerza. El Defensor del Pueblo habla de una veintena de muertes pero se sabe que son muchos más, hay al menos un policía asesinado a cuchilladas, también hay incontables heridos entre manifestantes y policías y, sobre todo, hay una sensación de zozobra por violencia desatada en las calles, transmitida en vivo por los celulares.

Si la violencia no para difícilmente se puede adelantar un diálogo social. Los representantes de la sociedad se sentirían chantajeados por la situación. Cualquier decisión que tomen no puede estar mediada por la amenaza de violencia. La protesta tiene que ser verdaderamente pacífica para que el diálogo ocurra. No es fácil porque la movilización tiene dos tipos de inercia muy diferentes. Por un lado, la mayoría que sale a las calles de manera espontánea que al cabo de los días se agota del estado permanente de movilización. Y por el otro lado, está el sector organizado que, pese a ser menos numeroso, se encuentra preparado para mantenerse en la movilización durante mucho más tiempo, incluso pueden irse a un paro indefinido y si es necesario utilizar la violencia. La inercia de este último grupo va a ser muy complicada de detener porque la organización del paro la necesita para ser relevante en una negociación, de otro modo su representación en la mesa sería irrelevante.

Una propuesta inmediata puede ser que los manifestantes renuncien al uso de piedras, molotov o cualquier artefacto que provoque a la Fuerza Pública. Solo de esa forma el gobierno y los mandos de la Policía pueden parar a una fuerza que se ha salido de control. Los videos no mienten, los excesos de la policía se han vuelto generalizados.
Sigue en Twitter @gusduncan