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El día cero

El pasado jueves quedó como el día cero de la paz aunque...

25 de junio de 2016 Por: Gustavo Duncan

El pasado jueves quedó como el día cero de la paz aunque no lo haya sido. Lo pactado no comenzará a regir hasta que se firme el acuerdo final. Pero eso no importa, la sensación en el país es que la paz ya comenzó y que como tal la vida política debe ajustarse a la materialización de los acuerdos.El reto inmediato es el referendo. No es una tarea fácil porque los niveles de popularidad del Gobierno Nacional están por el suelo. Además, los dos principales actores que están obligados a liderar la aprobación de la ciudadanía a los acuerdos, Santos y las Farc, si algo han mostrado es su dificultad para sintonizarse con los sentimientos de la población y comprometerlas en favor de una causa política.La actitud de las Farc, que ha sido hasta ahora uno de los principales causantes de la baja popularidad de Santos, es en particular el principal obstáculo. Rehusarse a pedir perdón, considerarse a ellos mismos como víctimas y rechazar la evidencia tan contundente de los recursos que disponen para reparar todo el daño causado, hacen muy difícil vender la idea que es una paz en la que va a haber un mínimo de justicia. No importa que exista un compromiso de contar la verdad y someterse al juicio de un tribunal, la actitud de las Farc ante la sociedad es el principal argumento con que cuenta el uribismo para oponerse a una refrendación de los acuerdos.En medio del desespero, Santos ha preferido vender la idea que es necesario votar a favor de la paz no porque sea conveniente para las víctimas del pasado, sino para evitar más víctimas en el futuro. Sus últimas salidas en falso, donde llama a respaldar la paz para que las Farc no recrudezcan la situación con una guerra en las ciudades y para no tener que incrementar los impuestos, son una demostración que el propio Presidente siente que el país no entiende la dimensión histórica de lo logrado en La Habana. En vez de explicarlo de ese modo, Santos se resigna a asustar a los votantes con futuras desgracias si no lo respaldan en las urnas en una de las versiones más obvias de sicología barata que haya conocido la política local.No hay razón para que el Presidente, pese a la actitud de las Farc, no sea capaz de vender la importancia de la firma de un acuerdo de paz y de los beneficios que traerá al país. Por primera vez en cuatro décadas el Estado colombiano no tendrá que afrontar la amenaza de una organización armada cuyo propósito es destruir las instituciones existentes e instaurar las suyas propias desde el centro mismo de la sociedad. En adelante el Estado podrá focalizar todos sus esfuerzos en incluir las regiones periféricas que han sido las más perjudicadas por el conflicto interno sin el temor de secuestros y atentados masivos y sin el esfuerzo militar y fiscal que exige someter a las Farc y llevar sus instituciones y el desarrollo económico al mismo tiempo.Es cierto que existen muchos riesgos. El narcotráfico continúa campante, así como el crimen organizado y el ELN, pero son amenazas focalizadas en el territorio sin una proyección hacia el nivel central. De igual modo, hay la preocupación entre muchos actores sociales de ser injustamente tratados en el tribunal especial de la paz. El sesgo de muchas ONG y operadores de justicia es evidente. Pero esa es precisamente la tarea del Presidente: demostrarle a la sociedad que esos riesgos son mínimos frente a los logros que traerá la paz.Sigue en Twitter @gusduncan