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El debate

Pocas veces un debate en el Senado encarna tanto el futuro político inmediato como el de la pasada semana sobre el escándalo de Odebrecht.

20 de octubre de 2017 Por: Gustavo Duncan

Pocas veces un debate en el Senado encarna tanto el futuro político inmediato como el de la pasada semana sobre el escándalo de Odebrecht. De hecho, el tema de Odebrecht fue lo de menos, era solamente un pretexto para que las principales fuerzas políticas del país mostraran sus cartas para la campaña que viene. Varias cosas van quedando claras.

En primer lugar, la imposición del tema de la campaña va a ser definitivo para decidir el triunfador. La izquierda va a jugársela por un discurso en contra de la corrupción de la clase política tradicional. El caso de Odebrecht es perfecto para mostrar cómo desde los políticos regionales hasta los dirigentes en Bogotá están untados de una manera u otra. Mientras tanto, la derecha va a centrar su discurso en la indignación y en los riesgos que implican la implementación de los acuerdos con las Farc. Por eso, durante el debate sus réplicas contra Claudia López y Robledo estaban dirigidas a encauzar sus denuncias como parte de la estrategia de la toma del poder a la manera del chavismo.

En segundo lugar, la competencia dentro de la derecha va a ser feroz. La salida al ruedo de Vargas Lleras en un par de entrevistas que tenían un sabor demasiado sospechoso a publirreportaje no le hizo mucho bien. Las mediciones de Datexco después de las entrevistas indican que el 68,3 % de los colombianos no votaría por él. Tiene un camino duro para evitar que el candidato del uribismo, sea uno proveniente del Centro Democrático o Marta Lucía Ramírez, no le copen el espacio entre el centro y la derecha.

La gran debilidad de Vargas Lleras no es solamente su temperamento. Es el candidato asociado al día de hoy con la clase política más corrupta del país, al punto que el uribismo ha podido voltear la página de la parapolítica como el gran lastre para su candidato. El debate de Claudia López si algún sentido tenía era recalcar ese punto: que Vargas Lleras es el candidato de aquella clase política que hace tapar las narices.

En tercer lugar, la alianza entre Fajardo, López y Robledo pareciera estar posesionándose como el referente de la izquierda en las elecciones. Otras figuras como Petro y de la Calle no parecieran tener la misma viabilidad para llegar a una segunda vuelta. Sobre Petro pesa la sospecha de esconder un proyecto radical del corte del socialismo del Siglo XXI y sobre De la Calle pesan las dudas sobre las consecuencias colaterales del proceso con las Farc.

Sin embargo, hay grandes riesgos en el camino para la alianza. El discurso anticorrupción puede verse empeñado por fallas al interior de su propia colectividad política. La izquierda colombiana es tan corrupta como la clase política tradicional y tendrán que desmarcarse de los indeseables lo antes posible. El otro punto débil es cómo defender el proceso de paz sin quedar comprometido con la izquierda radical cercana a las Farc. Haberse dejado tomar una foto compartiendo tarima con ‘Andrés París’, Piedad Córdoba y Clara López fue un gran error de Claudia López.

Por último, aunque pareciera que a la segunda vuelta debería pasar un candidato de izquierda, probablemente Fajardo, y uno de derecha, eventualmente si el discurso contra las Farc y las concesiones realizadas en los acuerdos se consolida y / o se desinfla la coalición de Fajardo, López y Robledo la disputa puede ser entre dos candidatos de derecha.
La presidencia sería una pelea entre el uribismo y Vargas Lleras.

Sigue en Twitter @gusduncan