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Discusión ineludible

El crimen puede eventualmente convertirse en un mecanismo de alivio para sectores...

30 de agosto de 2014 Por: Gustavo Duncan

El crimen puede eventualmente convertirse en un mecanismo de alivio para sectores excluidos. Durante el paso de las sociedades agrarias tradicionales al mundo moderno los bandidos sociales, como el popular Robin Hood de Inglaterra, han sido un fenómeno recurrente. Hobsbawm escribió uno de sus textos clásicos sobre el tema. Allí varias páginas fueron dedicadas a los bandoleros colombianos.No ha sido la única forma en que el crimen se convierte en una expresión de insubordinación entre los excluidos. La mayoría de los espectadores que vieron la película ‘Pandillas de Nueva York’ jamás se imaginaron que las pandillas de irlandeses, judíos e italianos eran parte del paisaje social como hoy lo son los guetos de negros y latinos en EE. UU.Desde mediados del siglo pasado una corriente de la criminología ha tratado al fenómeno de las pandillas en las ciudades como una respuesta de sectores en desventaja en el orden social. Dado que sus oportunidades de éxito son reducidas por falta de recursos, educación y redes sociales, los jóvenes de estos sectores crean una subcultura criminal propia. En la subcultura pueden alcanzar un estatus social superior y desafiar las normas permitidas por la gran sociedad que no les ofrece mayores oportunidades.Fue así que cuando los mafiosos y los políticos corruptos de los guetos irlandeses, judíos e italianos resolvieron los problemas de exclusión, al redistribuir recursos públicos y privados en sus comunidades, el problema cesó. No tenía sentido organizar pandillas ni hacer parte de subculturas criminales.Por lo general el crimen no supone un problema político porque su articulación con las grandes decisiones de poder en la sociedad es irrelevante. Existen políticas antidelincuenciales, que son un asunto principalmente de policías y trabajadores sociales, pero los delincuentes no influyen en la política. Por desgracia ese no es el caso en Colombia. Aquí el crimen es más que un asunto delincuencial porque se articuló con los intereses de amplios sectores sociales, de modo que la política tiene que hacerse no solo considerando los intereses de unos cuantos mafiosos y políticos corruptos sino de toda la población que depende de ellos para su inclusión material y simbólica.Es así que una parte importante de la población le debe de una manera u otra su trabajo, su conexión con los mercados globales y su posibilidad de acceder a las instituciones del estado a algún tipo de crimen. Bien sea el narcotráfico, el contrabando, la minería ilegal, la corrupción pública, las ventas piratas, etc., existe una actividad ilegal que es el eje de la vida social de innumerables comunidades del país.Para el Estado la situación es sumamente compleja porque no puede utilizar toda su capacidad represiva contra el crimen. Tiene que dosificar el uso de la fuerza para evitar que la reacción social se devuelva contra su legitimidad. Por eso no bombardea las retroexcavadoras que extraen el oro sin licencia en los lechos de los ríos, ni encarcela a todos los vendedores de bienes piratas y de contrabando en las ciudades. Necesita pactar con la clase política que representa a los sectores que dependen del crimen los límites de la represión.Pactar un acuerdo con las Farc es menos de la mitad del camino hacia la paz del país. La tarea restante va a ser cómo desarticular el crimen de los intereses de amplios sectores sociales.