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Desconexión

Los informes orales a la JEP por las víctimas del secuestro son una ratificación del grado de crueldad que alcanzó el conflicto durante las décadas pasadas.

9 de noviembre de 2018 Por: Gustavo Duncan

Los informes orales a la JEP por las víctimas del secuestro son una ratificación del grado de crueldad que alcanzó el conflicto durante las décadas pasadas y, sobre todo, de cómo tanta crueldad al final tuvo tan poco sentido en términos de demandas por cambios políticos.

Al igual que las masacres, los falsos positivos, las tomas de poblaciones a punta de cilindros de gas, los desplazamientos, etc., el uso masivo del secuestro fue efectivo como herramienta de guerra pero dada la naturaleza del conflicto fue poco lo que logró en términos políticos.

En otras palabras, haber tenido gente encadenada durante tantos años en medio de la selva, sometiéndolos a inmensas humillaciones sin la menor consideración por su dignidad y respeto por su intimidad, al final de cuentas no sirvió para nada. En el corto plazo ni siquiera sirvió para alcanzar un canje humanitario y en el largo plazo sería un lastre que hoy pesa implacable sobre la imagen de las Farc. De hecho, por ese lastre su legitimidad es mucho menor y, por consiguiente, menor su capacidad de hacer exigencias políticas.

¿Qué llevó a una guerrilla, en principio preocupada por instaurar un sistema de sociedad más justo y equitativo, a dar rienda suelta a sus integrantes para cometer semejantes atrocidades? En gran parte esta actitud puede provenir del pragmatismo y el realismo comunista. Lenin, Stalin, Mao, Castro y demás líderes comunistas no tuvieron la más mínima compasión cuando necesitaron que sus sociedades se sometieran a los peores sacrificios para hacerse al poder y mantenerse en él. Millones de muertos en hambrunas y prisiones están para demostrarlo.

Pero otra gran parte reposa en una circunstancia distinta: la desconexión de los líderes de las Farc con las nuevas realidades del mundo luego del final de la guerra fría y con las propias realidades de Colombia. El hiperrealismo comunista no tenía ya cabida en un nuevo entorno donde el tema de los recechos humanos estaba por encima de los intereses de poder y el sacrificio de grandes masas de individuos para conquistas políticas era inadmisible.

Además, la desconexión con la realidad colombiana de los líderes de las Farc los llevó a desatar una aventura militar sin que tuvieran los medios reales para tomarse el poder. En el entretanto esta aventura solo iba a llevar a una escalada de golpes y retaliaciones cuyas principales víctimas serían los civiles de regiones intermedias, periféricas y marginales, porque solo allí era donde la capacidad militar de las Farc les permitía amenazar al Estado.

Quizá no exista imagen más diciente de la desconexión con la realidad de las Farc que el video realizado por Jorge Enrique Botero en el campamento del ‘Mono Jojoy’ meses antes de ser dado de baja por la fuerza pública. En el video se oye al líder militar de las Farc justificando la lucha guerrillera ante una tropa en su mayoría de jóvenes, algunos adolescentes, campesinos: “Aquí lo que hacemos es mejorar el carácter, el pensamiento de la gente que llega de una sociedad capitalista, de una sociedad chismosa, ladrona, marihuanera y corrompida.”

Tanta guerra y crueldad se explica, según ‘Jojoy’, por el carácter chismoso, ladrón, marihuanero y corrompido de nuestra sociedad. Un absoluto desperdicio. Pero más responsabilidad le cabe a líderes políticos como ‘Reyes’, ‘Cano’, ‘Márquez’ o ‘Timochenko’ que no fueron capaces de frenar a tiempo semejante despropósito.

Sigue en Twitter @gusduncan