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Ejemplo paisa

Es difícil entender las razones de la percepción de inseguridad. Es, además, un tema que no siempre se relaciona con la situación real. Pueden ser dos curvas completamente opuestas que a medida que una mejora la otra empeora.

22 de septiembre de 2021 Por: Gustavo A. Orozco Lince

Aunque no nos guste admitirlo, Medellín nos lleva la delantera en más de una cosa. La tierra de los paisas se siente, aún hoy con covid y un alcalde igual de desastroso, con energía, pujanza y tranquilidad. Y es eso último, precisamente, lo que más envidia me da.

Mientras en Cali vivimos con susto (y con razón), en Medellín la gente se siente diferente. Me impresionó reunirme con alguien que en el centro caminaba con el celular en el bolsillo trasero, me impresionó ver calles peatonalizadas y llenas de gente un martes por la noche, me impresionó la tranquilidad de los residentes en plena Comuna 13.

Es verdad que eso es solo por encima. El crimen puede existir y pulular entre el silencio y la tranquilidad aparente. Pero lo cierto es que las mediciones sí muestran que en Medellín el cuento es otro. El 70% se siente seguro mientras que en Cali lo hace la mitad. Y parecería paradójico, en Medellín se registran más robos que en Cali.

Pero tampoco es que estén locos creyéndose un cuento. Cali tiene 4 veces la cantidad de homicidios de Medellín. Acá la vida sí es como una ruleta rusa. El riesgo no es comparable. Para nosotros, el riesgo de morir por un atraco, por una riña o por un sicario no es un invento. Eso nos ha hecho encerrarnos, nos ha llenado de rejas, ha frenado la inversión, ha reducido oportunidades, y nos mantiene siempre pensando en encontrarnos con un cuchillo o un revólver.

Es difícil entender las razones de la percepción de inseguridad. Es, además, un tema que no siempre se relaciona con la situación real. Pueden ser dos curvas completamente opuestas que a medida que una mejora la otra empeora. Pero en Medellín también hay varios factores que hacen que maten menos y vivan más tranquilos. La ciudad invierte muchísimo más que nosotros en seguridad, y también gastan más en comunicación.

Ambos son rubros importantes. El primero, por razones obvias. Combatir el crimen necesita inversión. Hay que mejorar la infraestructura, fortalecer la tecnología, apoyar a la Fuerza Pública y la Justicia e innovar en la oferta social. Cali cuenta con el 25% del presupuesto de su par antioqueño, aunque nuestros problemas sean más complejos.

El segundo, porque la percepción de la gente no cambia sola. Las Administraciones deben crear estrategias, en su mayoría comunicativas, para que el ideario de la gente se acerque a la realidad de una ciudad que va en mejoría. Sin vender humo, claro está, como le gusta a más de un político. Medellín cuenta con una secretaría completa para comunicaciones y un presupuesto importante.

Pero en Medellín las transformaciones se ven y no es solo un discurso hechizo y pautado. De lo que escuché, parece que hubiese un consenso más fuerte entre muchos actores sobre el rumbo de la ciudad y la importancia de la seguridad. Soy optimista de que en Cali los bloqueos nos acerquen a hacia ese modelo donde todos, todos sumen para poner la protección de la vida y de la propiedad en el centro de la agenda.

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