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¿Venezuela otra vez?

La oposición venezolana puede ser el ejemplo más acreditado para desvirtuar la sabiduría popular que al perro no lo capan dos veces.

17 de noviembre de 2019 Por:

La oposición venezolana puede ser el ejemplo más acreditado para desvirtuar la sabiduría popular que al perro no lo capan dos veces. En mis cuentas sólo en el periodo de Maduro van cinco, que podrían duplicarse si se suma las veces que Chávez los capó con varias técnicas. Ahora la oposición cree estar en un escenario de armar una resistencia civil que finalmente acabe con la pesadilla de la corrupción del régimen de Nicolás Maduro que ya no se puede decir que sea un inepto, luego de tantas veces que ha sobrepasado los más articulados intentos de derrocarlo.

No se ve ahora nada diferente, pues se trata de otra convocatoria a marchas masivas neutralizadas por contramarchas masivas de los maduristas. Es cierto que hay una apariencia de mayor esperanza en el éxito por la inestabilidad general de la región que sacó a sombrerazos a Evo Morales, lo que daría para pensar que el aislamiento internacional de Venezuela se ha agudizado, pero Bolivia está ensimismada en su propia crisis y lo que hay en Chile es que las protestas que llevaron a retractarse al gobierno de las medidas económicas y pactar una constituyente no incide en nada sobre Venezuela. De hecho, el régimen de Maduro parece que no está haciendo cálculos políticos regionales, y que le es indiferente que su alianza continental se debilite, sino que está enfocado en deslegitimar a la oposición en el escenario global de las Naciones Unidas donde el que se sienta es su representante y no el que designe el brumoso Juan Guaidó.

Ahora entonces son otra vez marchas en Caracas cuya primera jornada fue patética porque la contramarcha fue casi que equivalente. Los pronunciamientos de Guaidó no dan lugar a una evaluación diferente, dice que “hay que permanecer en las calles” pero no se ve que tenga capacidad de desatar el proceso causal que desemboca en crisis políticas que se resuelven con un cambio de gobierno. No se ve una fractura estructural de las fuerzas armadas, ni una acción de los sectores populares que realmente pueden paralizar el país en un paro nacional, sino que están divididos entre un rechazo al régimen y su apoyo o la actitud pasiva que se acomoda a la penosa situación de la escasez y la migración desesperada.

Nada hay de diferente ahora, ni siquiera un escenario parecido al fracasado golpe de abril que solo produjo como resultado tangible la liberación de Leopoldo López, otro personaje intrascendente para movilizar las fuerzas que podrían derrocar a Maduro. La oposición no ha sabido leer una realidad palmaria que sí entiende el régimen en el gobierno, que amplísimos sectores sociales desafectos a Maduro son a su vez decididamente chavistas y no ven cuál sería la razón para movilizarse efectivamente si el resultado puede ser una reedición de bipartidismo AD/Copei que actúa al amparo del abracadabra de toda crisis política venezolana desde Simón Bolívar, que la crisis de Venezuela es por una conspiración imperialista liderada por una oligarquía santafereña. Esos sectores chavistas antimaduristas abandonaron toda razón para acompañar a la oposición cuando vieron exactamente eso: Mike Pompeo (el imperialismo) junto al presidente Iván Duque (la oligarquía santafereña) haciendo llamados desde Cúcuta a derrocar al gobierno bolivariano (la conspiración). Luego vino el mediocre concierto Vezuela Aid Live organizado por Richard Branson, que quería ser el primer multimillonario que tumbaba un gobierno a punta de música.

Entonces, esta vez no se ve nada diferente. El grimoso llamado de Guaidó para que la ‘resistencia’ se mantenga en la calle es otra vez el perro echado para que lo capen.

AHORA EN Guillermo Puyana Ramos