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Godos, latonería y pintura

Más bacanos Barguil acabando cobros ocultos en los servicios financieros o Echeverry llamando al realismo con Venezuela.

14 de noviembre de 2021 Por: Vicky Perea García

Aunque el Partido Conservador escogió a David Barguil como su candidato, ungiéndolo en un procedimiento parlamentario, es decir cooptación, lo que pasa en ese partido es muy interesante y debería ser cuidadosamente analizado por las demás fuerzas políticas. El mecanismo no gusta al delirio progre que se ha tomado la política en todos los campos, pero es eficaz y evita caer en el marasmo en el que están todos los demás partidos y coaliciones, salvo al Pacto Histórico, que también es de candidato único porque, digamos la verdad, ninguno de los otros está realmente en campaña, todos van con Gustavo Petro.

Ahí está el detalle, los parlamentarios conservadores escogieron en un mecanismo poco abierto a uno de los suyos, pero que es el más joven de los opcionados, con un historial bastante progresista en términos reales. Como parlamentario Barguil impulsó leyes en cosas que importan a todos los colombianos, porque afectan su trabajo y su bolsillo: restricción a las cláusulas de permanencia en los contratos de telefonía, sobre inclusión y transparencia del sistema financiero como la canasta de servicios bancarios gratuitos, el borrón y cuenta nueva, y la eliminación de sanciones por pago anticipado de créditos, la prohibición del saldo mínimo y el estímulo a las microfinanzas rurales. Cosas al alcance de tenderos, marchantas, montallantistas, estilistas, oficinistas, conductores de tractomulas.

En el abanico conservador había básicamente gente entre los 40 y los 60 años, unos solo con experiencia parlamentaria como el mismo Barguil, y otros con experiencia ejecutiva como Juan Carlos Pinzón, Juan Carlos Echeverry y Mauricio Cárdenas. Independientemente de lo que uno piense del Partido Conservador o de estos nombres, es de lejos el mejor abanico y eso se empieza a ver en los debates.

Por ejemplo, Juan Carlos Echeverry, quien insistirá en un movimiento integrado a una de las tantas coaliciones que hay, acaba de dar uno de los discursos más sensatos y aterrizados que se haya oído entre los precandidatos presidenciales, donde mostró una visión realista y pragmática de las relaciones con nuestro vecino más importante y problemático. Si a Echeverry se le oye lo que dice después de lo que genera titulares, hay una serie de propuestas de contenido social en un marco ideológico conservador, sin fanatismos.

Si alguien tiene oídos en varias organizaciones políticas podrá ver cómo es la agenda de equidad de género de los conservadores y resulta ser bastante progresista. Tendrán, por razones ideológicas, dificultades en otras áreas como la inclusión de la diversidad sexual y el aborto, pero no se trata de pedir peras al olmo, como no hay que cobrarle a Petro su adhesión a una agenda que incluye la diversidad sexual de manera consistente.

Los conservadores, que le han dado muchas razones históricas a los progresistas por su papel en la Violencia, la persecución a los liberales y las elecciones de 1970 que dieron origen al M-19, están en latonería y pintura poniendo sobre la mesa candidatos atractivos para segmentos significativos de la población con agendas sociales prácticas, posiciones moderadas e intervenciones aterrizadas lejos del estruendo de las extremas, la pelea Cabal vs Bolívar, o el impotable intelectualismo de Alejandro Gaviria y Sergio Fajardo a quien no se le volvió a oír nada desde su ‘metáfora’ de los platos que era más bien una parábola y por confundirlas le salió mal. Y Gaviria sigue creyendo que la cosa es sobre “nuestro tránsito efímero y el sentido de todo, nuestra ontología”. Más bacanos Barguil acabando cobros ocultos en los servicios financieros o Echeverry llamando al realismo con Venezuela.

Me parece a mí, que soy progre.

AHORA EN Guillermo Puyana Ramos