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Extradición, deje así

La extradición tal y como existe es suficiente para todos los propósitos: cooperar con Estados Unidos en la lucha antidrogas, la paz total y la verdad, precisamente porque es discrecional.

11 de diciembre de 2022 Por:

Desde que Gustavo Petro se posesionó como presidente las visitas de alto nivel de funcionarios y políticos de los Estados Unidos se volvieron el pan de cada día. Recíprocamente, nuestros funcionarios viajan con frecuencia a Washington a ‘dialogar’ sobre diversos asuntos internos de Colombia que inciden en nuestra relación bilateral más importante. Sin embargo, tanto diálogo parece más bien una pasada al tablero en la que los norteamericanos dejan nuestro gobierno decir grandilocuentes sobre cambio climático, paz total y migración, pero en el papel dejan trazadas unas líneas rojas reteñidas.

Eso sí, ellos conservan las formas, sin perder la compostura y diciéndonos cosas muy estimulantes como que somos sus aliados hemisféricos más importantes. En la rueda prensa de Petro y el secretario de Estado Antony Blinken, éste escuchaba atentamente, volteado hacia el presidente y en una postura recta mientras Petro se inclinaba desenfadadamente sobre el atril y hacía una de sus cosas preferidas: decirles a sus interlocutores de qué desgracia humana son responsables. Blinken respondió que su gobierno “respalda el enfoque holístico” de presidente colombiano sobre las drogas.

El abanico que ha abierto Petro para discutir y polemizar con Estados Unidos tiene todo: narcotráfico, migración, TLC, cooperación para el desarrollo, seguridad hemisférica. Al reclamo común de que hay que dejar el modo campaña para entrar en modo gobierno, hay que añadir que sería importante establecer qué requiere cambios sustanciales, qué puede dejarse para más adelante y qué está bien como está.

Una de las cosas que está bien como está, es la extradición que el gobierno quiere condicionar en el marco de la paz total para proteger el derecho a la verdad. Pero desde hace décadas la extradición es 100% discrecional del gobierno luego de autorizada judicialmente en sus requisitos formales. En blanco y negro: el hermano de Piedad Córdoba no se va porque sea obligatorio extraditarlo, sino porque el presidente quiere.

Por eso no se entiende por qué el gobierno insiste en mesas de trabajo con Estados Unidos para discutir caso a caso las extradiciones. Salvo que vayan a reformar la estructura legal para condicionarlas, esa mesa de trabajo no tiene sentido. Estados Unidos espera que extraditemos a todos los que piden y la Corte Suprema aprueba que se haga por cumplir con los requisitos formales. Cada gobierno asume la responsabilidad de hacerlo o no. La mesa de trabajo parece más una excusa para compartir culpas de extradiciones que Petro querrá negar en el marco de la paz total cuando para eso sólo tiene qué firmar un papel.

Esos son los enredos de un gobierno que quiere jugar póker con baraja española. La extradición tal y como existe es suficiente para todos los propósitos: cooperar con Estados Unidos en la lucha antidrogas, la paz total y la verdad, precisamente porque es discrecional. No olvidemos que para llegar a este punto pagamos un costo enorme, gran parte de la sangre que ha corrido en este país por culpa de los mafiosos de todo pelambre y etiqueta fue para tener la extradición que actualmente tenemos. Las motivaciones basadas en un supuesto derecho a la verdad son falsas, ni los narcos, ni los paracos, ni los ex guerrilleros que han sido extraditados colaboraron con la verdad mientras estuvieron acá, ni cuando estuvieron presos en Estados Unidos, ni cuando regresaron los que han regresado.

En resumen, si quiere extraditar, que extradite. Y si no quiere, que no extradite. Pero todo el escenario que se ha creado para ‘abrir la discusión’ es inútil, pues la calificación no será en retórica y declamación sino en conducta.

AHORA EN Guillermo Puyana Ramos