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Empezó la campaña regional

Indudablemente se trata de unas elecciones trascendentales, porque para el gobierno de Gustavo Petro tener gobernadores y alcaldes surgidos de su estrategia política puede ser esencial...

30 de octubre de 2022 Por:


Con el resonante éxito electoral de las parlamentarias y aún sin haber ganado las presidenciales, en los corrillos el Pacto Histórico ya se hablaba de la “transformación del poder regional”, en la que la izquierda buscaría mantener y poner candidatos propios para las alcaldías significativas del progresismo hoy en Bogotá, Cali y Medellín, y sumarle Barranquilla, a la vez que buscaría varias gobernaciones; en algunos casos tendría que hacer coaliciones. Del otro lado se ha anunciado en tiempo atrás que su objetivo es recuperar las alcaldías de Bogotá, Medellín y Cali y naturalmente preservar la alcaldía de Barranquilla.

De ambas partes ya hay fuerzas en alineación, eso es evidente en Cali y Medellín. En Barranquilla hay alfiles del petrismo desplegando una estrategia para posicionar a Nicolás Petro o a Miguel Ángel del Río. Esto quiere decir que estamos ante la campaña regional más larga que recuerde, pues para las elecciones falta casi un año.

Indudablemente se trata de unas elecciones trascendentales, porque para el gobierno de Gustavo Petro tener gobernadores y alcaldes surgidos de su estrategia política puede ser esencial para la forma en que se va a desarrollar el plan de desarrollo, planteado como un acuerdo nacional que se forma con consultas regionales vinculantes. Para el progresismo en general garantizar el control de ciudades tan grandes como las tres capitales que hoy tiene es una condición de supervivencia política para las elecciones presidenciales de 2026.

Será muy interesante además porque ambas tendencias parecen estar dentro de la teoría de que hay una réplica entre los resultados de las presidenciales o las parlamentarias con las regionales y, hasta ahora, las cosas son muy diferentes. En los casos de Cali, Bogotá y Medellín los actuales alcaldes ganaron con porcentajes inferiores al 40% en elecciones muy divididas. En cambio, en Barranquilla Jaime Pumarejo ganó con el 62%. Mientras en las tres primeras muestran un electorado dividido, en Barranquilla el consenso alrededor de la prosperidad de la ciudad ha sido mucho más fuerte y la gente no olvida que los peores problemas de esa ciudad se cocinaron en los bares a los que asistía el muy progresista cura Bernardo Hoyos, que entregó al manejo de intereses privados la soberanía fiscal y del manejo del agua en negocios oscurísimos y muy lucrativos.

Dado que el paralelismo no funciona muy bien, el proceso electoral regional de 2023 será muy interesante, especialmente por Bogotá que se ha definido como una ciudad progresista con mucha fuerza desde por lo menos 1992 cuando ganó Antanas Mockus. La única excepción fue la alcaldía de Enrique Peñalosa de 2007 porque en la de 1997 se presentó como liberal contra Carlos Moreno de Caro. Los índices de aprobación de Claudia López no son malos para una alcaldía que está cerrando en medio de polémicas en frentes sensibles como la seguridad ciudadana y la movilidad.

La novedad también está en la relación que hay entre la coalición de gobierno y los candidatos. Una asociación muy fuerte de candidatos con la coalición puede ser contraproducente si para mediados del próximo año la gestión de Gustavo Petro empieza a ser descalificada entre los electores. Esa misma asociación puede ser difícil de manejar entre un electorado que puede ser muy leal al petrismo y que no quiere distanciamientos del núcleo central de la ideología progresista, algo que puede ser costoso en Bogotá o Cali, por ejemplo.

Si el revolcón regional no se produce, el gobierno deberá pasar la página y gobernar con los que no le gusta, si de verdad quiere que los planes nacionales reflejen los consensos regionales.

AHORA EN Guillermo Puyana Ramos