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El fin de lo que no importa

Cuando esto pase hay que prestar mucha atención para que no regrese todo aquello a lo que el Estado y el país han renunciado en el contexto de la emergencia.

3 de mayo de 2020 Por:

Cuando esto pase hay que prestar mucha atención para que no regrese todo aquello a lo que el Estado y el país han renunciado en el contexto de la emergencia. Porque nada de eso en realidad importa y nada se alterará gravemente si lo dejamos para siempre atrás, desde el cobro de la revisión técnico mecánica hasta la cárcel para ciertos delitos.

Resulta que con la declaración de la emergencia han salido una cantidad de normas suspendiendo todo tipo de costos, tarifas, tasas, procedimientos, condiciones, requisitos, reglamentos, sanciones y prohibiciones que bien podrían quedar eliminadas. Hasta ahora lo que ha caracterizado la adopción de medidas para “conjurar” los efectos económicos de las medidas de aislamiento es que se trata de renuncias temporales a cosas que poco le duelen al Estado, porque en aquello que más importa ha sido más bien tacaño, limitándose a modificar unos plazos en la presentación de ciertos impuestos, pero de ninguna manera renunciando a ellos ni siquiera temporalmente.

Ya se sabe desde hace tiempos que el Gobierno es un zampabollos por cuenta de los ciudadanos, lo que no se sabía era qué tan magnánimo podía ser frente a la penuria y no fue mucho, muy al estilo de los ricos donantes que relata Marcos, renuncia a lo que le sobra, no a lo que le falta. Por ejemplo, no renunció a cobrar ese vergonzoso anticipo de una renta que ya no se producirá para casi todas las empresas pequeñas y medianas, sino que la mantuvo y el próximo año algo se inventará para birlarles la devolución a la que tienen derecho. En cambio renunció a imponer sanciones por no portar la revisión técnico mecánica.

También renunció a un IVA que durante años cobró a productos consumidos por familias pobres y se los va a devolver, como dijo el director del DNP, para “corregir una injusticia”, porque a esas familias se les cobró el impuesto como si fueran “no pobres”; porque eso es lo que va a quedar de este país: pobres con derecho a que le devuelvan el IVA del chocolate y “no pobres” sin ese derecho, es decir sin justicia.

El gobierno también suspendió el IVA de 211 bienes e insumos médicos necesarios para la atención de la crisis sanitaria, pero no ha anunciado que luego vaya a promover su eliminación total cuando se sigan necesitando en las recurrencias del virus que todos los epidemiólogos pronostican.

Por ahí también está la renuncia al insaciable apetito nacional por andar metiendo gente a las cárceles. En un decreto mal concebido y peor redactado, se concede una detención domiciliaria “transitoria” a un mínimo grupo de población carcelaria, pues el artículo de las excepciones es más largo que todo el resto de las medidas, o como diría el imberbe de planeación: “No medidas”, porque la detención será domiciliaria y transitoria pero no habrá vigilancia, ni monitoreo electrónico, ni cauciones, pues al beneficiado se le creerá lo que diga en el acta de compromiso, como debe ser, como también le creerán que pasada la pandemia regresará a la prisión de la que salió.

En fin, entonces podemos vivir sin ‘Ivas’ al chocolate y tapabocas, revisiones técnico mecánicas y sin tener presos a condenados por delitos culposos, madres gestantes, mayores de 60 años enfermos y lisiados. No necesitamos todas las cosas que el gobierno ha suspendido y que no hacen sino amargarle la vida a los ciudadanos, satisfacer la gula presupuestal y la mentalidad carcelera de esta sociedad. No las necesitamos en el momento más difícil, no harán falta después.

AHORA EN Guillermo Puyana Ramos