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En cierta ocasión un hombre de gran erudición fue a visitar a un anciano que estaba considerado como un sabio.

29 de abril de 2020 Por: Gonzalo Gallo

En cierta ocasión un hombre de gran erudición fue a visitar a un anciano que estaba considerado como un sabio.

Iba allá con la intención de declararse discípulo suyo y aprender de su sabiduría que atraía a muchos.

Cuando llegó a su presencia, manifestó sus pretensiones pero no pudo evitar el dejar constancia de su condición de erudito.

En un momento de la visita, el sabio lo invitó a tomar una taza de té. El erudito mientras tanto exhibía su saber en varios temas.

Cuando la humeante tetera llegó a la mesa, el sabio empezó a servir el té sobre la taza de su invitado.

La taza comenzó a rebosar, pero el sabio continuaba vertiendo té impasiblemente, derramándose sobre el suelo.

-¿Qué haces insensato? -Clamó el erudito-. ¿Es que no ves que la taza ya está llena?

Como tú, estás tan lleno de tus propias creencias y opiniones que si te enseño algo no hay espacio por tu ego.

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