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La resiliencia es muy poderosa y crece si estás con Dios, tienes buenas relaciones, y cultivas la paciencia y la persistencia.

17 de marzo de 2020 Por: Gonzalo Gallo

La resiliencia es muy poderosa y crece si estás con Dios, tienes buenas relaciones, y cultivas la paciencia y la persistencia.

Desde pequeño te educan para ser fuerte ante lo adverso o para que unos adultos protectores te saquen siempre del atolladero.

Ellos, en lugar de darte valor y herramientas para superarte, te miran como ‘pobrecito’ y te resuelven todo.

Este pésimo modo de educar suele ser más seguido por los abuelos que miman y consienten en demasía.

Sin resiliencia cualquier crisis te hunde, cuando con fortaleza y fe puedes crecer con ella y aprender valiosas lecciones.

Un personaje como Viktor Frankl supo asumir las penalidades de un campo de concentración porque era resiliente.

Y resilientes fueron Bach con su orfandad, Beethoven con su sordera y Milton con su ceguera en la etapa postrera de su vida.

Aunque así lo vea el pesimista, un mal llega para enseñar algo y detrás de su feo empaque hay un tesoro oculto.

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