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El pintor noruego Edvard Munch, 1863-1944, tuvo una infancia muy difícil, ya que su madre murió de tuberculosis cuando él tenía sólo cinco años.

15 de noviembre de 2017 Por: Gonzalo Gallo

El pintor noruego Edvard Munch, 1863-1944, tuvo una infancia muy difícil, ya que su madre murió de tuberculosis  cuando él tenía sólo cinco años.

Más tarde murió de la misma enfermedad con 15 años su amada hermana Sophie, una pérdida que lo afectó demasiado.

Sus cuadros reflejan la enfermedad, la muerte y la obsesión religiosa de su padre, hechos que llenaron su infancia y su juventud. 

El año 1905 fue duro para Munch, ya que pasó el invierno curándose de neurastenia y alcoholismo.

En otoño de 1906 viajó a Copenhague, sufriendo allí un colapso nervioso. La mitad del año siguiente la pasó en un sanatorio.

Famoso por muchas obras como El grito, Munch es un espejo de los problemas que viven los famosos y de los que no se suele hablar.

El pintor escribió: “Del mismo modo que Leonardo da Vinci había estudiado la anatomía humana y diseccionado cuerpos, yo intentaba diseccionar almas”.

Por ello, los temas más frecuentes en su obra fueron los relacionados con los sentimientos y las tragedias humanas.

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