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En cierta ocasión dijo un sabio tibetano a sus discípulos: “El más grande de los engaños es engañarse a sí mismo”.

3 de septiembre de 2020 Por: Gonzalo Gallo

En cierta ocasión dijo un sabio tibetano a sus discípulos: “El más grande de los engaños es engañarse a sí mismo”.

Y agregó: “Es una bendición ser pobre sin resentimiento y ser rico sin arrogancia”. Alguien le preguntó: ¿Cómo se evita el autoengaño?

Y él dijo: cuando dedicas tiempo a conocerte, te examinas con humildad y escuchas lo que te dicen aquellos que te aman.

Los otros son un buen espejo y tú eres inteligente cuando buscas guía sabia y orientación.

Entonces no importa si eres rico o pobre en dinero, ya que lo que cuenta es ser ricos en amor.

Para no tropezar con el engaño y llegar a un despertar de consciencia se necesita humildad y compromiso.

Sólo un ser humilde reconoce sus fallas y únicamente quien es sencillo busca orientación y apoyo.

Por eso tantos sufren y hacen sufrir mientras dicen: “No tengo fallas” o, “tengo fallas, pero yo las arreglo solo”. ¡Gran autoengaño!

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